Opiniones sobre El locutorio

  • 29/07/2015 15:50
    Paula
    Muy bien realizada, una sutil critica a la sociedad en la que nos movemos, situaciones llevadas a la máxima potencia rondando lo surrealista (o no tanto) una obra que invita al espectador a reflexionar y a la introspección, 2 cosas que pareciera, se encuentran olvidadas.
  • 19/07/2015 16:18
    Eduardo 2
    Cuando vemos la “Mujer en Camisa Sentada en un Sillón”, los que no profesamos la fe cubista nos preguntamos cuándo aparece la Mujer. El sillón, el continente, está bastante claro: asomándose por detrás del pastiche, como un sostén ideológico o un anclaje en la realidad formal. La Mujer, sin embargo, emerge como una descomposición, un despanzurrado en acto, un despropósito en el que las partes parecen más importantes que el todo, que es, además, un todo sin agregados. El observador completa el cuadro, pero no completa la percepción.

    El Locutorio es un ejercicio intelectual de aparente incomunicación cuyo continente es un acto de comunicación, en el que las partes inciden sobre el todo presumido y están dispuestas para evidenciar la desconexión. Así como la “Mujer” grita por la aparición de la mujer y a la vez la enaltece a través de la atención dispensada a cada parte, a la espera de una organización –o, quizás, así organizada- El Locutorio parece un ruego de aparición del hombre que dé sentido final a sus emergencias, y que a la vez sospecha una humanidad posible detrás de sus formas. Para eso es necesario mostrarnos con independencia del tiempo, de las circunstancias y de la naturaleza; y hasta batallar contra el horror del “otro” orden, del desorden, de la percepción incompleta.

    Más allá de todo, hay que resaltar y hasta quizás
    agradecer el coraje y la esperanza de Moscona y de los actores, que también nos interpelan en busca de esa humanidad de la que somos retazos desgarrados, y que nos instituyen –a veces sin merecerlo- como verdaderos interlocutores válidos.
  • 02/07/2015 19:28
    Patricia R
    La soledad como leitmotiv de esta obra. En época de creencias intransigentes con respecto a la comunicación la dramaturgia de Moscona nos enfrenta, descarnadamente, con las limitaciones para relacionarnos. Con una ajustada puesta en escena el director abre varios frentes hacia el pasado, el presente y el futuro. Imposible, como espectador, permanecer sin movilizarse, conmoverse y analizar. Buenas actuaciones acordes a la propuesta. Muy recomendable.
  • 01/07/2015 15:16
    Pablo 5
    “El locutorio” nos recuerda a los locutorios. Nos recuerda porque los celulares llegaron con su partida de defunción y los que todavía no cerraron, ya son maxikioskos o pago fácil con una o dos cabinas empolvadas. Sólo los recordamos cuando el celular se quedó sin batería o sin crédito…y allí comienza la obra. Si bien se para desde esta premisa, este planteo sobre cómo nos comunicamos, va un poco más allá y nos introduce a un escenario donde la memoria, la fantasía y la conspiración habitan sin pedir permiso.
    La tarea conjunta de la iluminación y una escenografía móvil nos invita a ser parte de este dispositivo que logra conjugar vida cotidiana y ciencia ficción.
    Con un trabajo actoral que vale la pena destacar, no se deja lugar libre a confusiones de por qué están allí, que piensan y hacen en ese Locutorio. Este hilo atrapante, este juego de diferentes tiempos y espacios, lo sostiene cada voz de los personajes, cada uno de sus movimientos y cómo se apropian de la escenografía: desde el mecánico paso de un simil Terminator, el deslizamiento glamoroso de una francesa fetichista hasta algún rasgo de desdén de una recepcionista. Todos personajes entrañables que nos dejan un espacio para ser cómplices de esta puesta.
    La música no se queda afuera de este ritmo vertiginoso y el trabajo de la danza logra poner nuestros sentimientos en juego, tanto esos roces que nos llegan como dolor como los que nos hacen reír.
    Los climas de humor, desolación, alegría y desconcierto que se generan no son articulados artificialmente, sino más bien son las reacciones espontanéas que como espectador nos podemos encontrar en este paisaje teatral. Son posibilidades que no nos permiten ser indiferente desde la comodidad de nuestro asiento.
    A los que ya fueron a ver otras obras mosconianas, reconocerán el sello de la dinámica constante, los ojos del espectador que no alcanza a ver todo, un texto jugoso para interpretaciones y la memoria como espacio vital.
    A los que leen esto y se acercan por primera vez, verán una historia de amor, de un desencuentro que desencadenará situaciones extrañas pero posibles, imaginarias pero pensables. No necesitará querido espectador de paciencia, guardeselá, ¡porque no hay tiempo!, logrará identificarse con cada personaje, reírse con ellos, entristecerse, esta obra le permitirá a cada uno jugar con la imaginación, desde un espacio que no nos es ajeno: ¿recordás cuando llamabamos desde un locutorio?
    Una vez que saliste de este Locutorio, que aplaudiste y ya estás fuera de la sala, ya no podrás pedir nuevamente una cabina para hablar, sin que aquel que te la dé, note esa mueca en tu cara, recordando lo que viviste acá.
  • 21/06/2015 09:17
    SILVIA 17
    una obra para no perdersela, entretenida, atrapante y te deja pensando, cumple con la funcion del arte, después de verla, salís transformado, te hace recapacitar
  • 17/06/2015 13:19
    Graciela
    Excelente obra y muy buenas actuaciones. Una mirada sobre la comunicacion e incomunicacion, el pasado y el presente. Un viaje poetico. Muy recomendable
  • 14/06/2015 22:37
    FERNANDO 2
    Muy buena! Para pasar un buen momento pensando. Ideal para previa de sábado...