Opiniones sobre ¿Dónde esta el peceto? (2001, Odisea de una realidad inesperada)

  • 25/08/2014 18:06
    Alejandro R
    Me divertí muchísimo!! Muy entretenida la obra, los personajes re graciosos y la temática es excelente!.. No voy seguido al teatro y me re sorprendió, valió la pena pagar la entrada. Los felicito!!
  • 19/08/2014 10:32
    Ariel
    Pocas veces se juntan mala actuacion , mal libro y mala direccion. En este caso lo han logrado. Huyan
  • 17/08/2014 12:04
    Vmgr 3
    HORRIBLE. parece un capítulo berreta de las comedias televisivas de Darío Vittori. Una estafa y encima pretenciosa.
  • 16/06/2014 08:10
    Agustin 4
    Linda, dinámica y entretenida
  • 29/05/2014 18:05
    Mercedes V
    La obra es una sátira aguda a un momento histórico que vivimos todos los argentinos tomada desde el humor y observada con mucha agudeza.
    Refleja los estereotipos sociales en su vida cotidiana, las vivencias expuestas en una crisis como hemos padecido en el 2001 con un pretexto muy original, el extravío de un peceto. Sostiene en todo momento el humor y la intriga, por lo que genera el interés del público durante toda la obra de una hora treinta minutos de duración lo que hace que aplaudamos de pie.
    Siendo una expresión dentro de lo que se considera teatro independiente la solidez de la estructura no requiere de innumerables despliegues de vestuario o de escenografía como en otro tipo de espectáculos, los cambios de vestuario son precisos y justos de acuerdo al momento escénico.
    El guión es impecable, la actuación conmovedora, todo eso es posible gracias a la dirección.
    Para profundizar un poco más, si tuviera que especificar en cuanto al género teatral, se puede emparentar más que a la comedia, al grotesco, como aquellas obras de los años 30, los clásicos de “Armando Discépolo”, “Mateo”, “Mustafá” y tantas otras, como en este caso, este tipo de propuestas teatrales tienen una intensa contemporaneidad social, cada una en su tiempo histórico. Justamente esta contemporaneidad puede despertar cierta antipatía y rencores en algunos sectores que se pueden sentir identificados, justamente, con estereotipos no angelados si no puestos en ridículo, porque justamente de eso se trata la obra, de desenmascarar posturas y personajes que hacen de la banalidad un ritual.
    Dada mi experiencia dentro de las artes visuales, como también en animación digital, habiendo participado en festivales nacionales e internacionales de cine y también dentro del área de espectáculos participando como jurado del INCAA para premiar series televisivas en prime time para televisión puedo recomendar concienzudamente esta obra de teatro que refleja una realidad sin tapujos, con todos los ingredientes para vivir un momento de regocijo que solo produce el buen teatro.
  • 29/05/2014 14:47
    Alejandra M
    ¿Dónde está el Peceto?
    Tuve el placer de disfrutar de la obra ¿Dónde está el Peceto? 2001 Odisea de una realidad inesperada que La Zarandonga, una compañía teatral autogestionada que cree en el teatro nacional e independiente ha puesto en escena –en su segunda temporada 2014-, en el Centro Cultural El Túnel.
    Esta obra es un ejercicio de memoria compartida, en tono de comedia resalta el constante sentido del humor con el cual se presenta un tiempo de oscuridad en democracia, que dejó al descubierto que la misma, si lo es, es siempre una construcción social y humana y no un mero sistema eleccionario.
    Parafraseando a Roland Barthes me aventuro a decir de entrada que la obra ¿Dónde está el Peceto? Es toda ella “Un discurso amoroso de una extrema soledad. Un discurso hablado por miles de personas (¿quién lo sabe?), pero al que nadie sostiene”
    La potencia dialógica de ¿Donde está el Peceto?, comienza en la construcción misma del lenguaje colectivo producto del trabajo de un grupo de dramaturgos que día a día, memoria tras memoria, fueron hilando desde los restos históricos de una población desgarrada por el abuso político y financiero, una narración que al nombrarnos nuevamente nos permite existir, porque como dice María Zambrano: “El que no sabe lo que le pasa, hace memoria para salvar la interrupción de su cuento, pues no es enteramente desdichado el que puede contarse a sí mismo su propia historia”.
    Es que gracias a María Mercedes Elicabe, María Lucila Grimberg y Rolly Torcoletti, quienes supieron plasmar primero en papel y luego en el escenario la odisea inesperada a la que hace mención el relato, podemos nosotros los espectadores -cada sábado a la noche en Palermo- hacer memoria y salvar la interrupción -más que de un cuento- de una reciente pesadilla hasta lograr exorcizar por medio de la risa, los aplausos y las exclamaciones sorpresivas, la mal llamada crisis del 2001.
    Tanto la escritura como la puesta en escena de esta obra, pueden ser ubicadas dentro del estilo conocido como: Figura Barthiana, expresión acuñada por la lingüista y psicoanalista Julia Kristeva en su libro Historias de amor, para referirse a este modo tan pos-moderno de construcción de textos, mejor diré de hipertexto a decir de Barthes. Encontramos en ella entonces:
    Las peripecias del amor y del desamor –siempre dos caras de la misma moneda- representada lúdicamente por todas las situaciones vitales de la familia nuclear y ampliada –incluyendo la convivencia con los empleados-.
    Una literatura del yo expresada de un modo exacerbado en el narcisismo puesto en escena por los personajes que representan a la típica clase media altamente acomodada. Resulta excelente la actuación de M. Lucila Grimberg, representando a Pilar, la madre.
    La intratabilidad, representada cabalmente por el Padre Monasterio, y la consistente representación que del mismo hace Rolly Torcoletti, impregnando a su personaje de interferencias, velocidad, vaivén…
    El desbaratamiento: por medio del cual se rompe el canon de comedia lineal, previsible, la obra desborda de claros momentos y escenas donde la yuxtaposición, el forzamiento, la deformación, etc. son los recursos con que se muestran subjetividades y procesos histórico-sociales desbaratados y arrebatados.
    La intertextualidad: con la que supieron muy bien manejarse los dos directores de la obra: María Lucila Grimberg y Rolly Torcoletti

    Quiero señalar que aún recuerdo la risa que me provocó la adolescencia tardía de Thiago -Axel Follin- o la sonrisa desplegada ante el baile existencial de la hija Lolita –Guadalupe Besteiro- junto a la tensión cargada de aplausos para nos arrancaba Abelarda – Agustina Sanz - quien en cada puesta, carga en su cacerola vacía todo el nudo de la trama.
    Finalizando ya, celebro también el sostenido trabajo realizado por este equipo de hombres y mujeres que quieren hacer de su arte una forma de vida: Dramaturgia: María Mercedes Elicabe, María Lucila Grimberg, Rolly Torcoletti. Elenco: José Luis Baini, Guadalupe Besteiro, Carmela Cabezudo, Axel Follín, Esteban Garvie, María Lucía Grimberg, Agustina Sanz, Ramiro Torcoletti, Rolly Torcoletti. Vestuario: Arianna Rodríguez. Diseño de escenografía: Carolina Rivera y Marian Pagani. Realización de escenografía: Carolina Rivera y Lorena Booth. Puesta de luces. Esteban Garvie. Sonido: Axel Follín. Diseño gráfico: Juan Buffagni (Tienda Bufón) Fotos: Nacho Miyashino. Maquillaje: Mónica Martinez Preti. Web: Alexis Santander. Asistente de producción: Carolina Rivera. Asistente de dirección: Myriam Torcoletti. Dirección: María Lucila Grimberg y Rolly Torcoletti.
    Todos ellos expresan con su hacer esta hermosa frase de Schelling, referida al elogio de la risa: “Atravesarlo todo y ser nada, es decir: no ser de tal modo que no se pudiera ser también otra cosa”.
    Lic. Alejandra Mazzitelli.
    Psicoanalista- especialista en educación
  • 29/05/2014 14:02
    Oreste
    EXCELENTE OBRA, SALIMOS CON MI ESPOSA Y TENIAMOS GANAS DE VER ALGO DIVERTIDO, SALIR UN POCO DE LA RUTINA DIARIA. LA VERDAD ES QUE NUNCA IMAGINAMOS ENCONTRARNOS CON UNA OBRA ASI, NOS REIMOS DESDE EL INICIO HASTA EL FINAL, MUY BUENAS ACTUACIONES, NOS ENCANTO LA TEMATICA. LA RECOMIENDO A FULL... LA VAN A PASAR SUPER...