Opiniones sobre Los Rios

  • 04/04/2004 17:29
    Escoba D 24
    Comentario Inconcluso sobre Los Ríos

    La obra logra recrear la atmósfera y la temática de algunas películas de ciencia ficción sin ser original ni poner demasiada creatividad en juego. No obstante, hay algunos elementos de la puesta en escena que me parecieron muy interesantes y sobre los que pueden trazarse diversas interpretaciones que no se explicitan en la propia obra. Aquí entra en juego la imaginación del espectador, por ejemplo la mía. Estas son algunas de las cosas que observé o pensé a partir de Los Ríos, escritas desordenadamente.

    Al entrar, la sala estaba completamente a oscuras, la linterna de la acomodadora indicaba las ubicaciones. Todo predisponía el ánimo al misterio y al susurro. Un olor un poco rancio en la sala o en mi propia imaginación también sirvió para ambientarme en la desolación de un desierto rural.

    La función comenzó en un momento en que el murmullo del público había subido en varios decibeles: una música como de cajita musical comenzó a desgranarse suavemente y poco después se iluminó una pantalla presentando a los personajes y elementos importantes que aparecen en la representación. Fui descifrando el sentido de algunas de esas imágenes a lo largo de la obra, pero me resultó más difícil de captar el significado del ícono más recurrente, el galpón triangular con su estrecha puerta (no tan estrecha en la escenografía) que también es la imagen de presentación de “Los Ríos” en pósters y publicidades. Arriesgo ahora una interpretación personal: la idea de que ese galpón representa el mundo, aunque no toda la acción ocurre bajo ese techo en pendiente. Esa imagen proyectada en la pantalla y en las paredes mismas del galpón tal vez nos está recordando que no debemos alejarnos, porque irremediablemente nos extraviaremos. Cuando Ríos abandona el galpón hacia el oscuro bosque que lo rodea, va contando sus pasos, pero sólo con números impares; su compañera recita los pares, estableciendo un retorno, un vínculo matemático y sonoro entre quien se va y quien se queda.

    “Los Ríos” retoma uno de los temas canónicos de la ciencia ficción más popular: el trasplante de un cerebro humano a un androide sintético, las fallas que puede tener esta operación aún si es exitosa. Propone una manera de solucionarla que, en sí misma, no me parece original. No es el único “cliché” en esta obra donde no faltan las pastillas alimentarias apenas identificadas por números, la muchacha que no conoce el significado de las palabras constitutivas de nuestra subjetividad, como “padre” o “garantía”. Pero en “Los Ríos” hay una madre, un padre, hay garantías que, a la larga, resultan efectivas. Es decir, lo que se desconoce existe independientemente de nuestra ignorancia. Aparecen entonces una plétora de señales que pueden interpretarse en sentidos ecologistas, o humanistas, o críticos de la tecnociencia.... o quedar en nada.

    El piano “en vivo” genera un clima permanente de tensión hasta que el pianista, casi en la última escena, abandona su lugar y se convierte en un visitante de otro mundo, imprevisto aunque anunciado.

    En “Los Ríos” hay un grupo de escenas que se repiten dos veces con algunos personajes en roles intercambiados, tal vez reflejando que dos relatos distintos pueden armarse con las mismas frases, o simplemente diciéndonos que “todo sucede dos veces”, que vivimos enredados entre hilos y determinaciones inconscientes que nos hacen repetirnos, que siempre lo fatal puede anunciarse en cada vida porque de todas maneras resulta ineludible. No hay una batalla contra el destino, los personajes no lucha contra lo que habrá de ocurrirles y son derrotados. Triunfan primero los androides sobre los humanos y, finalmente, la muerte sobre todos.

    Cierro mi comentario pensando que éste era el final programado por la empresa Genoma, un monopolio que fabricaba alimentos genéticamente modificados y cuya razón social no era en absoluto ingenua. “Los Ríos” tal vez concentra en una familia disgregada y destructiva la mirada apocalíptica de lo que, por estar poco informada en este tema y a falta de un término mejor, podría llamar la “biotecnología inescrupulosa”.

    Otras obras de teatro que vi recientemente y reflexionan sobre la ciencia y sus determinaciones sobre la sociedad fueron “Mercurio vs Los Alquimistas” y, de maneras distintas, “El Dragón y su Furia” así como “La Piel”.