25/02/2012 23:15 Martín O 2 Suele decirse 'dejá todo en el escenario', como si el sudor y el esfuerzo físico fueran la actuación. Hay puntos de contacto entre el futbol y el teatro, pero no es, precisamente, ese. Nestor Navarría pone el cuerpo y deja el alma, como la dejaron el dramaturgo en sus textos - Alfredo Megna - y el Director - Chicho Odierna - en esta puesta despojada. Y está muy bien que sea así de despojada, porque en la vida nos tiran tan desnudos que nos vamos construyendo, inventando el mundo que necesitamos para nuestra felicidad. Esa felicidad de la que forman parte, también, nuestros fracasos y pérdidas. Sinceramente, la historia no importa porque lo que atrapa es el despliegue de esa vida, en todos sus matices, que nos acaricia, nos golpea, nos identifica, nos divierte, nos deja un poco vacíos. Es un verdadero ejemplo de Teatro Ritual: un actor (cuerpo y alma) y el público (cuerpo y alma). Pero el Monje Actor Navarría podría estar solo, sin nadie que lo mire, amenazado por el lugar de que el teatro sólo es con público, e igual triunfaría el teatro porque el actor primero actúa para sí. Sólo queda decir: gracias por tanto arte.
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