Opiniones sobre Hacia donde caen las cosas

  • 20/08/2011 16:07
    Leandro C 5
    Lamento no haber opinado sobre este espectáculo cuando todavía estaba en cartel.

    Un trabajo tan radical merecía un mayor tiempo de presentación. Si bien tenía sus carencias y la ambigüedad de sus significados me incomodó un poco creo que hubiera sido bueno que más espectadores la vieran para poder debatir sobre sus motivos.

    Es tarde.
  • 04/06/2011 23:31
    Saul L 260
    teatral de principio a fin, magnifica idea llevada a la escena con maestria y talento... hay que verla, elenco de lujo, nuevas formas en la expresion artistica... felicitaicones
  • 16/05/2011 11:31
    Natalia F 56
    '(…) Todo muro es una puerta, dijo con razón Emerson. No busquemos la puerta y la salida sino en el muro contra el cual vivimos. Busquemos el paso donde éste se encuentra, quiero decir, en el centro mismo de la batalla… Se ha dicho que las grandes ideas vienen al mundo en patas de paloma. Si aguzamos el oído, acaso oigamos entonces, en medio del estrépito de los imperios y de las naciones, como un débil aleteo, el suave bullicio de la vida y de la esperanza. Unos dirán que esta esperanza está alimentada por un pueblo; otros, por un hombre. Yo creo, en cambio, que está suscitada, reanimada y alimentada por millones de solitarios, cuyas acciones y obras niegan cada día las fronteras y las más groseras apariencias de la historia para hacer resplandecer fugazmente la verdad, siempre amenazada, que cada cual, con sus sufrimientos y sus goces, eleva para todos (…).” Albert Camus

    Convergen en esta pieza varias aristas que la ubican en un lugar de privilegio. Elenco de lujo que la interpreta con desmedida pasión; y aquí incluyo al camarógrafo en escena y a la música en vivo, sin cuya presencia algo de este material no se habría contado. La decisión de sumar el lenguaje cinematográfico y musical redoblan la intensidad de la puesta teatral e intensifican, hasta el detalle, todo lo que esta obra pone en juego. La escena resulta en una fusión-exquisita-de lenguajes que dan cuenta de un trabajo, estética y discursivamente, impecable. Un hombre neurótico y obsesivo; el deber, la pulcritud, la rutina exacerbada, el orden, la quietud, la subordinación, la repetición, el silencio. El pánico. El autocastigo. El rasgo duro de la tristeza y la soledad. La rigidez. Lo inútil del tiempo en una vida sin motivos. La complejidad de lo simple. El sexo sin amor. La angustia de la falta. ¿La culpa? Frente y perfil. Dos caras, dos miradas y una inmensidad de matices. Así inaugura la obra el protagonista-extraordinario y comprometido trabajo de Luciano Suardi-y desde entonces todo empieza a desmoronarse (bella palabra que elige el autor). Las cosas, las personas, las ideas, la vida. El cuarteto de cuerdas que anticipó el inicio de la historia acompaña todo el tiempo con una potencia y elegancia indescriptibles. Deleitados en esa tensión espiamos la incomodidad y lo insoportable de la vida ajena. La verborragia como recurso para retratar otra desesperada forma de renegar de la soledad. La necesidad-que todos padecemos-de creer en algo. Dios, la astrología, señales, símbolos, la familia, el trabajo, la bendita/maldita seguridad; todos elementos de control social entre los que nos debatimos y a los que, algunos, nos resistimos y cuestionamos cada día. No hay nada ahí. El “cauce del río” es siempre incierto y se devela en algún inesperado momento cuyo tiempo es, humana y divinamente, impredecible. Sucede. Intempestivo y abrupto, muy lejos de la razón y en las orillas, siempre desconocidas, de la locura. El delito también tiene dos caras. Aquí se ven, clara y borrosamente. Desnudan el prejuicio y los erróneos estereotipos sociales con los que convivimos. La pobreza de los seres vacuos es tanto peor que la pobreza de clase, porque lo es de virtud. Desatado el desorden, nada volverá a ser igual, muy a pesar-o para suerte-del protagonista. Lo roto prescindirá de la palabra y hablará con el cuerpo, con los cuerpos y desde los gestos, que en esta obra son indispensables. Torcido el rumbo (de todo), aparecerán valores y reflexiones, opiniones también, que esta dramaturgia propone con valentía. La exaltación del lado subjetivo de las cosas, así como en el expresionismo, encontrará en el sueño-ahí, vivo-una forma original y divertida de acrecentar la aptitud artística de esta pieza. Un festín de producciones imaginarias. La culpa, pienso, opera de manera ridícula y hasta obscena, pero a pesar de ello, acarrea para el protagonista de esta obra una rebelión en su moral, insinuando un motivo, esa ilusoria posibilidad de creer en algo. ¿Será que es necesario transitar el mal para conocer el bien? ¿Quién dota de contenido a estas categorías? Quizá sólo pueda modificarse aquello que se conoce y siendo las formas del entendimiento tantas como seres somos, la formula deviene infinita e irresoluble. El costo de esa comprensión subyace en el binomio locura-paroxismo de la razón. Otra contradicción fundamental de la existencia, trágica y poéticamente, contada en esta puesta. La paradoja más atractiva que “Hacia donde caen las cosas” plantea es, para mí, que finalmente, como en la vida, los castigados vuelven a ser objeto de castigo; unos, testigos de la miseria de otro; otros, expiando con la muerte el recreo de la vida. Algo de “Los infortunios de la virtud”. Ellos, los actores, ponen el cuerpo y su probada experiencia en sus interpretaciones, se juegan. Mucho. El joven director, también autor, es, tal vez a su pesar, muy político; asume y honra, todas y cada una de las decisiones que concluyen en esta acabada pieza teatral. Lo hace, claro, con la sensibilidad e inteligencia del artista que es. Uno grande.

  • 14/05/2011 13:01
    Gonzalo A 21
    Que experiencia
    Tres en uno, video&teatro&cuarteto de cuerdas, logrando potenciarse entre ellos hasta llegar a niveles de tensión importantes.
    La obra me gusto y mucho. Se que no a todo el publico le va a gustar, es fuerte, por momentos angustia. Es como 'cachetazo de campo' de León, hubo quienes la amaron y quienes la odiaron.
    A través de la vida de un Guardia de Seguridad, de los rituales obsesivos que lo mantienen contenido y de como estos se desmoronan.
    El cuarteto de cuerdas cumple un rol fundamental subiendo la tensión desde el comienzo.
    Por otro lado el recurso del video es utilizado tan bien, construyendo una película en vivo, otra mirada, hasta fundirse con la obra misma.
    La composición del Guardia y su compromiso físico seguramente dará que hablar.
    Gracias Matias Feldman y salud por nuestro teatro