Opiniones de Otilio R

  • El Dúo de la Africana 4

    18/06/2016 16:03 por Otilio R 2
    Hace tiempo ya que el Teatro Empire nos presenta en sus temporadas propuestas alternativas de ópera y zarzuela. Y el pasado fin de mayo nos sorprendió con una apuesta tan innovadora como inteligente; la de “El Dúo de la Africana” de Manuel Fernández Caballero, un exponente del género chico, muy particular, que pocas veces se monta de manera completa.
    Pero no ha de sorprendernos, si vemos que tal originalidad, venía de la mano de la Régie Mariana Pace quien siempre nos seduce con su agudo y pícaro humor maquillado de glamour y talento escénico y, de los cantantes como actores de prestigio que intervinieron en la misma.
    El Dúo de La Africana, no es una zarzuela tradicional, es una comedia, más bien una parodia de un ensayo de una compañía de ópera, inspirada en las apetencias operísticas italianas del público español de finales de siglo XIX, en donde amores, enredos, engaños, contados con frescura e ingenuidad, desnudan la intimidad teatral.
    En esta ocasión, la puesta en escena, nos trasladó a los años 20 con imaginación, solo por medio de un vestuario descarado que, con caracterizaciones bien marcadas y las siluetas del coro en negro predominante, se recortaban sobre las imágenes pancromáticas proyectadas en el foro del escenario. Imágenes que surgían como de un cofre Art Decó y Art Nouveau, que paradójicamente hacían juego con la arquitectura del Teatro Empire, verdadera alhaja de nuestro decó en Buenos Aires; lo que nos daba la sensación de habernos detenido en el tiempo. Así, lo estático que podía haber sido un ensayo a la italiana, se tornaba dinámico y desopilante con el ritmo vertiginoso de la luces y de lo proyectado.
    La propuesta fue montada “al piano”, lo cual daba mayor realismo al factor de ensayo de la obra, un verdadero acierto, ejecutando la partitura la maestra Rita Casamajor de conocida trayectoria.
    Otro aspecto interesantísimo de esta puesta, fue que no se hizo la tan estereotipada “macchietta” a la cual nos tienen acostumbrados las versiones tradicionales; sino que sin perder ni una gota de la esencia alegre de la zarzuela, se trabajó actoralmente cada personaje como un sujeto propio. Lo caricaturesco, se encontraba en la estética cuidada y de “comic”, con legendas explicativas cual historieta, un cuento bien contado.
    De esta forma, lo tradicional del género se fundió en lo moderno en un maridaje simbiótico, dando bocanadas de aires frescos a la zarzuela.
    Es que Mariana Pace, “l´enfant terrible”, joven que ha crecido, (que a platenses y no platenses nos dolió cuando nos dejó en la danza, y que todavía la recordamos en sus interpretaciones y locuras, como aquel “Pájaro de Fuego”, donde se coloreaba el cabello y la piel, una verdadera llamarada en escena); ha crecido, pero sin dejar de jugar, y aquí lo hizo, manteniendo su veta lúdica incólume.
    Musicalmente la obra fue significativa y vibrante, donde el talento vocal llenó la sala. Víctor Betinotti, realizó la Dirección Musical como también interpretó el personaje del tenor “Giuseppini”. Tanto en uno como en su otro rol, desempeñó los mismos a la altura de lo esperado, demostrando una correcta y excelente preparación en ambos, y hallazgos bufos en el segundo cuadro en el dúo con Cherubini.
    Liliana Vigo Lima encarnó en un atuendo punzó encendido, a La Antonelli, con exótico juego vocal, pero sobre todo con una interpretación plena de sutilezas. En vez de tomar el lugar seguro y prepotente de una estereotipada Prima Donna, nos brindó una Diva que envuelve a su esposo y a su amante, a partir de lo suave y manipuladora.
    Sin lugar a dudas, el barítono Fabián Abbas en la voz, piel y alma del personaje del empresario Cherubini, logró una interpretación nueva y única, plagada de matices. Lejos de la macchietta, y sin ornamentos, con la sola caracterización de un pequeño papillon al cuello, dio vida a un empresario tan cínico como hilarante. Un celoso, de su esposa cuanto más del dinero. En el aspecto vocal, poderoso e incomparable.
    El resto del elenco, con rendimiento acorde: Amina por Roxana Latrónico, con su personalidad y voz contundentes, encarnó una joven tan conflictuada como graciosa; “la Latrónico” nos tiene gratamente acostumbrados a sus personajes desopilantes, y aquí nos volvió a atrapar. El asistente Pérez, de Rubén Martínez, una verdadera revelación, seguro, preciso, que partiendo de un rol poco agradecido que brinda el texto de esta zarzuela, llegó a un personaje exponencialmente brillante, plagado de gags visuales como de energía en su ritmo. ¿Y qué decir de la intervención de Liliana Ducasse en la madre del tenor subyugado por la tiple?, con un acento bien trabajado, contundente, hilarante, una sisebuta del cine clásico argentino; para reír y aplaudirla toda la noche.
    Los cantantes invitados para los “divertissements” de la obra, si bien todos correctos, tuvieron rendimientos disímiles. Se destacaron la soprano Carolina Béjar con La Canción de Olimpia de “Los Cuentos de Hoffmann”, dando literalmente vida a “la muñeca”, tanto en el cuerpo como en la voz de excelente técnica sumada a una gran simpatía. Y la nota de inteligente de color, de la mano de Leonardo Pastore con “Rubias de New York”, cerrando un primer cuadro con entretenido cuerpo de baile que hizo que el público quedara preso de interés y expectante.
    El segundo cuadro, que comenzó dando espacio a la danza española, con dos carismáticas y eficientes bailarinas; contrastó sorprendiendo bellamente, de manera diametralmente opuesta al primero en su estética, ya que los colores fueron abiertamente impactantes, brillos y pallets en un vestuario extravagante y gracioso para “La Africana de Cherubini”.
    El coro Orfeón San Ignacio, tuvo también buen nivel, en lo vocal con aciertos, sonando afiatado en casi todo momento, con coreografiados movimientos, juegos de telas y los personajes trabajados de manera individual, aportando una dinámica fuera de lo común para la zarzuela.
    Esta versión ofrecida de “El Dúo de La Africana” ha sido un trabajo preciosista, cuidado y creativo alcanzando la conquista en cada rol y partiendo de un trabajo de puzzle llega a un cuadro completo como alto mérito final.
    Aplaudimos este espectáculo, con la esperanza de ver esta versión otra vez y volver a experimentar en nuestros sentidos lo tan felizmente creado, ya que en el Teatro Empire, el mayo pasado, el género chico, creció.
  • Agua, azucarillos y aguardiente

    27/08/2015 01:30 por Otilio R 2
    Excelente. La interpretación como la puesta de Mariana Pace que siempre sorprende, maravillosa, muy original con las filmaciones de Madrid de principio de siglo XX que se proyectaban en el foro y pasacalle; y un vestuario al estilo de la armonía de colores de Erté. Excelente también la orquesta y las voces .Recomendable siempre