Opiniones de Alejandra M

  • ¿Dónde esta el peceto? (2001, Odisea de una realidad inesperada) 12

    29/05/2014 14:47 por Alejandra M
    ¿Dónde está el Peceto?
    Tuve el placer de disfrutar de la obra ¿Dónde está el Peceto? 2001 Odisea de una realidad inesperada que La Zarandonga, una compañía teatral autogestionada que cree en el teatro nacional e independiente ha puesto en escena –en su segunda temporada 2014-, en el Centro Cultural El Túnel.
    Esta obra es un ejercicio de memoria compartida, en tono de comedia resalta el constante sentido del humor con el cual se presenta un tiempo de oscuridad en democracia, que dejó al descubierto que la misma, si lo es, es siempre una construcción social y humana y no un mero sistema eleccionario.
    Parafraseando a Roland Barthes me aventuro a decir de entrada que la obra ¿Dónde está el Peceto? Es toda ella “Un discurso amoroso de una extrema soledad. Un discurso hablado por miles de personas (¿quién lo sabe?), pero al que nadie sostiene”
    La potencia dialógica de ¿Donde está el Peceto?, comienza en la construcción misma del lenguaje colectivo producto del trabajo de un grupo de dramaturgos que día a día, memoria tras memoria, fueron hilando desde los restos históricos de una población desgarrada por el abuso político y financiero, una narración que al nombrarnos nuevamente nos permite existir, porque como dice María Zambrano: “El que no sabe lo que le pasa, hace memoria para salvar la interrupción de su cuento, pues no es enteramente desdichado el que puede contarse a sí mismo su propia historia”.
    Es que gracias a María Mercedes Elicabe, María Lucila Grimberg y Rolly Torcoletti, quienes supieron plasmar primero en papel y luego en el escenario la odisea inesperada a la que hace mención el relato, podemos nosotros los espectadores -cada sábado a la noche en Palermo- hacer memoria y salvar la interrupción -más que de un cuento- de una reciente pesadilla hasta lograr exorcizar por medio de la risa, los aplausos y las exclamaciones sorpresivas, la mal llamada crisis del 2001.
    Tanto la escritura como la puesta en escena de esta obra, pueden ser ubicadas dentro del estilo conocido como: Figura Barthiana, expresión acuñada por la lingüista y psicoanalista Julia Kristeva en su libro Historias de amor, para referirse a este modo tan pos-moderno de construcción de textos, mejor diré de hipertexto a decir de Barthes. Encontramos en ella entonces:
    Las peripecias del amor y del desamor –siempre dos caras de la misma moneda- representada lúdicamente por todas las situaciones vitales de la familia nuclear y ampliada –incluyendo la convivencia con los empleados-.
    Una literatura del yo expresada de un modo exacerbado en el narcisismo puesto en escena por los personajes que representan a la típica clase media altamente acomodada. Resulta excelente la actuación de M. Lucila Grimberg, representando a Pilar, la madre.
    La intratabilidad, representada cabalmente por el Padre Monasterio, y la consistente representación que del mismo hace Rolly Torcoletti, impregnando a su personaje de interferencias, velocidad, vaivén…
    El desbaratamiento: por medio del cual se rompe el canon de comedia lineal, previsible, la obra desborda de claros momentos y escenas donde la yuxtaposición, el forzamiento, la deformación, etc. son los recursos con que se muestran subjetividades y procesos histórico-sociales desbaratados y arrebatados.
    La intertextualidad: con la que supieron muy bien manejarse los dos directores de la obra: María Lucila Grimberg y Rolly Torcoletti

    Quiero señalar que aún recuerdo la risa que me provocó la adolescencia tardía de Thiago -Axel Follin- o la sonrisa desplegada ante el baile existencial de la hija Lolita –Guadalupe Besteiro- junto a la tensión cargada de aplausos para nos arrancaba Abelarda – Agustina Sanz - quien en cada puesta, carga en su cacerola vacía todo el nudo de la trama.
    Finalizando ya, celebro también el sostenido trabajo realizado por este equipo de hombres y mujeres que quieren hacer de su arte una forma de vida: Dramaturgia: María Mercedes Elicabe, María Lucila Grimberg, Rolly Torcoletti. Elenco: José Luis Baini, Guadalupe Besteiro, Carmela Cabezudo, Axel Follín, Esteban Garvie, María Lucía Grimberg, Agustina Sanz, Ramiro Torcoletti, Rolly Torcoletti. Vestuario: Arianna Rodríguez. Diseño de escenografía: Carolina Rivera y Marian Pagani. Realización de escenografía: Carolina Rivera y Lorena Booth. Puesta de luces. Esteban Garvie. Sonido: Axel Follín. Diseño gráfico: Juan Buffagni (Tienda Bufón) Fotos: Nacho Miyashino. Maquillaje: Mónica Martinez Preti. Web: Alexis Santander. Asistente de producción: Carolina Rivera. Asistente de dirección: Myriam Torcoletti. Dirección: María Lucila Grimberg y Rolly Torcoletti.
    Todos ellos expresan con su hacer esta hermosa frase de Schelling, referida al elogio de la risa: “Atravesarlo todo y ser nada, es decir: no ser de tal modo que no se pudiera ser también otra cosa”.
    Lic. Alejandra Mazzitelli.
    Psicoanalista- especialista en educación