05/10/2003 11:18por Rodolfo Ayer, sábado 4 de octubre de 2003, fuí espectador junto a mi mujer, mi hermano, residente en EEUU desde hace 40 años, y mi hijo menor, de 25 años, de esta impactante obra teatral. Los cuatro salimos altamente conmovidos por su fuerza brutal, lograda por desconocidos y maravillosos intérpretes. La plasticidad de los cuerpos, las imágenes logradas, los efectos cinematográficos conseguidos con el excepcional juego de luces, contraluces y sombras sorprenden por su absoluta precisión. todo ello, unido a la música de Lito Vitale, hacen que esta obra, además de la potencia de su metáfora, constituya una joya de arte plástico.
No puedo coincidir con opiniones que aquí mismo critican la incomodidad de la sala. Creo que me hubiera sentido algo mal viéndola en cómodas poltronas. Nosotros estabamos en la primera fila y no pudimos dejar de involucrarnos con todo en la escena. El cuadro final del avance hacia nosotros no me lo puedo quitar de la cabeza. Tal era la fuerza y el dramatismo del clima que nos envolvía, que al igual que al resto del público, nos costó un esfuerzo, como si fuese un sacrilegio, aplaudir como realmente lo merecían los intérpretes...Y así nos fuimos, calladitos y apenas mirándonos...
Creo que este tipo de teatro, dentro del cual encuadro también a la excepcional "El Experimento Damanthal" de Javier Margulis, constituye un valiosísimo aporte en la búsqueda de nuevas formas de expresión en este arte maravilloso.
Mi profundo agradecimiento a todos ustedes.
Rodolfo Chorny
