30/08/2012 11:18por Alberto “Nuestros Actos” roza algo del sujeto universal, se dirige en escorzo, como suelen hacer algunas obras de arte, para advertirnos que no es posible ese sujeto. Es que está partido, esa es la tragedia humana desde Prometeo. Ser, es ser un sujeto escindido, pero, lo optimista del planteo de Miguel Cannone es que hay que volver a intentarlo una y otra vez. Los tres hermanos son Uno imposible y son, por lo tanto, también, partes insoportables entre sí. Gabriel y la materialidad de lo real que lo demuele a pesar de su intento obcecado y prepotente. Santiago lo entrega todo a Dios pero se disuelve en su delirio místico. Andrés y la falta de pasión poética hacen fracasar cualquier vínculo artístico espiritual humano. Entre los tres pujan, se aman, se aborrecen y se aniquilan. Son lo más parecido a UN ser humano. Esa desesperación final de Santiago frente a Carmen, en realidad frente a Dios, es una súplica para que se pueda seguir intentando lo imposible, porque eso reconstruye la esperanza del Sujeto, como el hígado de Prometeo que se renueva, aunque también se renueve su padecimiento. Allí está el fantasma de la tragedia. Está relatado en un tiempo y en un espacio que hacen referencia a la Argentina de 1944, pero respetuosamente, como corresponde, porque como dijo J.L. Borges “Uno empieza hablando de las partes y termina en la totalidad. Y si empieza hablando de la totalidad termina en las partes” siempre que el texto lo merezca, claro está. Y este texto lo merece, vale la pena el intento en el sentido literal y artístico, porque algo de ese espíritu universal ha rozado. Alberto
