16/10/2011 19:23por Raúl H Cuando la obra arranca y aparece en escena la actriz Fernanda Machado uno dice: ¿de qué se trata todo esto, por qué tan sobreactuado?. Luego de a poco te das cuenta que eso no es nada más que uno de los estereotipos de madre que desfilarán a partir de ese momento, una tras otra, haciendo que el espectador reflexione, ría, se ponga serio y en definitiva disfrute de la propuesta. Fernanda afronta sin fisuras el desafío de pasar de una madre a otra, en una metamorfosis rapídisima que no por ello pierde matices a la hora de crear a cada uno de esos 'monstruos'. Lo mismo ocurre con Cecilia Acosta, que pasa de la hija tierna y frágil a la hija cruel y despiadada con la madre sufrida, la portera de edificio que sufre su maltrato diario. La escenografía es mínima pero bien usada, lo mismo que el vestuario y muy buena música que crea el ambiente adecuado sobre todo al inicio. Buena dirección de la cual rescato sobre todo el buen uso de los espacios y el timing de la obra, que se mantiene parejo.
