Opiniones de Luis S

  • Presentimiento 35

    27/08/2023 00:32 por Luis S 3
    UN texto inquietante, con fuerte filiación Becketteana, oscuro y sin embargo, por momento entrañable, con pasajes de un humor extraño, sórdido, que sin embargo mueve a piedad por estos dos seres perdidos en la nada misma. Aunque sea una nada con ventana y hasta con un mapa lleno de datos y pistas en falso, una manera ciertemente bastante original de imaginar a la nada. El texto está lleno de elementos inquietantes y sorpresas,, pero encontró en la dirección de Marcelo Mangone y en las actuaciones formidables de Noberasco y Lopardo el marco propicio para esta locura contenida y para este presentimiento que, desde su título mismo encierra claves y pistas falsas. Ej: si a la palabra presentimiento le quitamos la P queda otra palabra. Y bien, de esos juegos extraños, de esas búsquedas inconducentes, está llena esta obra. Apelando a otra vieja paradoja, está llena de vacío. Enorme una vez más Manuel Pérez Vizán en la música, Di Pascuo con un dispositivo escénico minimal y cargado de simbología y la asistencia de la Gran Bea Apás. Un espectáculo imperdible.
  • Una vida en bombacha: Y ella no contesta - tríptico de mujeres - 45

    17/07/2023 16:51 por Luis S 3
    Espectáculo audaz y provocador. Abre un abanico de sentidos posibles y al mismo tiempo enfoca en problemáticas de género muy actuales. La especie de docu-ficción inicial, encubierta en una suerte de formato de entrevista a mujeres-creadoras, es muy original y propicia un efecto entre humoristico y como desfachatado orientado a des-solemnizar a ciertos aspectos de la cultura de nuestro tiempo, El segundo segmento, en cambio, apunta con bastante precisión a parodiar a cuestiones de género logrando hacerlas más evidentes y desgarradoras. El último segmento es un relato conmovedor, que hace pensar en el límite entre el sentido de la vida cuando se ve amenazada por la muerte cercana. En conjunto, insisto, un espectáculo provocador que interpela y pone en jaque a las zonas limites del teatro mismo.
  • Pisar el palito 4

    25/10/2010 11:30 por Luis S 3
    En el teatro El Espión, en el barrio de Congreso, se presenta desde hace tres temporadas la pieza Pisar el Palito, de Griselda Gambaro, dirigida por Helena Nesis y con las actuaciones de Ana Siniego, Luciano Ledesma y Gastón Ré.
    Se trata de un texto prácticamente desconocido de la autora, cuyo prestigio y trayectoria nos eximen de presentaciones. La historia de Pisar el palito, en cambio, sí nos merece y suscita inquietantes reflexiones, algunas como consecuencia directa del escueto y sin embargo riquísimo texto, otras inevitablemente referidas a la puesta que Nesis y sus actores despliegan ante un público perplejo y conmovido.
    Porque en Pisar el palito lo mínimo (presente desde el título mismo de la pieza) se las ingenia para conmocionar y atravesar al espectador con poco menos que nada; apenas una especie de sórdido mono-ambiente donde los tres jóvenes protagonistas se debaten por reconocerse en el otro, infructuosamente. El resultado es un hecho estético insólito, riguroso, pleno de intensidad y rara belleza, basada en lo sórdido del lugar mismo y del acontecer siempre cambiante y paradojal.
    La acción comienza con la irrupción furtiva de Mario, un saqueador que debe saltar una claraboya para aterrizar a oscuras en el centro del ambiente, dispuesto a ejercer su oficio; apropiarse de lo que encuentre. Inmediatamente comprueba que algo no funciona como debiera; Lily, la dueña de casa, ha sido amordazada y encerrada en un placard por otro intruso que se disponía a torturarla momento antes de su llegada. A partir de esta extraña situación (un ladrón auxiliando a su potencial víctima) lo paradojal se apropia del eje narrativo de la historia, trazando giros y micro-climas inesperados y de impredecibles consecuencias. Porque la situación referida se complejiza casi inmediatamente con la re-aparición del primer intruso, Agustín, (sádico y psicópata, convencido de que el dolor que provoca en sus víctimas obedece a una especie de fatalidad de la que él mismo es más consecuencia que causa), y entonces sí, el destino inmediato de estos seres parece convertirse en una suerte de azarosa deriva, librada a reglas tan paradojales como las que los han reunido. Se suma a ello la desaparición de la llave de calle del monoambiente de Lily que obliga a Mario y Agustín a intentar escapar por la misma claraboya por donde entraron, con nulos resultados. Pero esta confirmación del confinamiento no parece desesperar ni al intruso ni al saqueador, muy por el contrario: Mario, intensamente atraído por Lily desde un comienzo, disfraza y minimiza la causas que lo pusieron en su vida (su profesión de ladrón) y Agustín sólo desea involucrarse con ella por el único camino que al parecer conoce: el dolor.
    La disyuntiva para Lily no puede resultar más tortuosa: elegir entre su verdugo y su potencial saqueador, atraída físicamente por ambos pero furiosa y asustada de profundizar con cualquiera de ellos cualquier tipo de relación.
    La lectura que Helena Nesis plasmó del texto de Gambaro en el espacio escénico no podía resultar más acertada: sus criaturas transitan esta suerte de placentera trampa, a veces como fieras enjauladas, otras como pájaros sedientos, incluso de sangre. Se esfuerzan por simular sus heridas nada más que para quedar más desnudos y expuestos, en un estilo de actuación desgarrado que escapa del naturalismo para incurrir en una suerte de atrapante expresionismo.
    Queda claro que para estos seres desvalidos y despersonalizados el futuro es muchos menos que un signo de interrogación; es apenas un punto suspensivo (ellos mismos lo son), supeditado a las mismas reglas que los condenaron a este presente sórdido. De todos ellos, solo Lily parece encontrar en la solidaridad y el afecto un sentido a su existencia. Pero en el final, la reaparición del lado inevitablemente criminal de Agustín convierte a la pieza en metáfora de un mundo que segrega y convierte a víctimas en victimarios, sólo para justificar su extinción. En tal sentido, el texto de Gambaro asume el riesgo de buscar donde más cuesta; en las menudencias y los pequeños rincones, obviando el camino seguro del efectismo y el golpe bajo. Gambaro no toma partido abierta ni panfletariamente por sus criaturas pero elige mostrarnos las consecuencias de un mundo deshumanizado, donde los condenados no tienen más remedio que pisar el palito de un destino que no eligieron.
    Un párrafo aparte para la ambientación escenográfica y sonora, acordes a lo oscuro e inquietante de la propuesta.

    LUIS SAEZ