Opiniones de Alberto A

  • Caprio y Cia 9

    16/11/2009 13:56 por Alberto A
    Caprio y Cía.
    2009 - Teatro del Pasillo – C.A.B.A.

    En setenta y cinco minutos de obra, por culpa de la actuación, uno ríe tres mil quinientos segundos. Es necesario emplear otros mil segundos para respirar y recomponerse. Ahora usted ya sabe las primeras cuentas.
    La cuenta tiene que ver con lo que sucede en escena: dos personajes que calculan permanentemente. Aunque la cuenta es mía, usted contará también, seguramente.
    Cuenta a su vez Perogrullo que el actor no requiere de grandes textos para expresar, desde su oficio, a todos los personajes que conviven dentro del sí mismo. De hecho, si hay un buen texto, mejor.
    En el caso de la puesta en escena de Caprio y Cía, de Jorge Ricci, la conjunción de dos actores, Beatriz Dos Santos y Carlos Vanadía, de larga trayectoria, confirma un dato: el olfato actoral existe.
    Existe el olfato para encontrar un material -a medida del placer del actor-, con posibilidades de mostrar una mirada sobre la realidad.
    Al principio puede verse a Margaret como una verdadera rubia tonta y vejancona, al borde del refrito cliché de muchacha de barrio emperifollada para la milonga mistonga. La transformación en culebra, capaz de llegar a ser presidenta de un país de la mano de un brujo cabo de policía, no la redime finalmente, de su condición ratona.
    Un Caprio muy sugerente, capaz de venderle locaciones mas cómodas a los muertos, se presenta descolocado, como en un lugar que no le es propio, se transforma en aquél que aprende de sus errores para perfeccionar su arte.
    Digo acerca del puntilloso trabajo realizado por estos actores, que sostiene a dos personajes dentro de un límite de la realidad. Limite extremo, desde luego, límite al fin.
    La mentira, sin ir más lejos, es un límite de la verdad; que en esta versión de Caprio, actúa como un sistema de vasos comunicantes.
    Cuando la especulación, el abuso, la manipulación, quedan desenmascarados ¿es posible que se produzca un efecto reparador que encauce estos valores hacia valores virtuosos, tal vez los contrapuestos? Ricci deja la especulación de la respuesta en un limbo y pretende una conclusión del espectador.
    Susana Di Gerónimo, la directora, usa una paleta más expresionista para pintar esos límites, deformando un poco las líneas que resultarían obvias en un grotesco. Apuesta y logra un resultado que el publico se lleva en el bolsillo y relee en su casa.
    Releo y digo: bailar por un sueño te entretiene la vida, pero no te pone al frente de la causa por la vida.
    Se la recomiendo, che.