Opiniones de Delia

  • El chico de la habitación azul 62

    04/07/2022 22:27 por Tenerte A 2
    Un matrimonio y un hijo que no sale de su cuarto. Todo parece indicar que es una familia normal con problemas normales. Una dulce madre, simpática, un tanto sobreprotectora y un padre que desea poner límites pero se limita a aceptar lo que decide su mujer. Un chico con algunos problemas de conducta que vive encerrado en su habitación. En fin, una familia como cualquiera. Pero las apariencias suelen engañar y este es uno de esos casos.
    “El chico de la habitación azul”, de Miguel Angel Diani, transcurre su primer mes de funciones en el Teatro del Pueblo. Hugo Men, Amancay Espíndola y Gabriel Nicola (por orden de aparición) se ponen en la piel de padre, madre e hijo de este núcleo familiar que esconde más de lo que muestra hasta que las evidencias ya no pueden ocultarse.
    La dramaturgia de Diani es feroz. Un espejo deformante de una sociedad que intenta siempre barrer los horrores bajo la alfombra. Su obra no tiene filtro ni piedad pero derrocha humor, aunque sea del negro. En este caso la historia bordea lo pérfido para internarse en el horror. Uno de los muchos horrores, tanto micros como macros, que solemos leer en los diarios o ver en la tele todos los días. Diani y Enrique Dacal –el director- nos lo muestran en vivo y en directo. Entonces reímos. Para distanciarnos. Para protegernos. Para seguir mirando para otro lado mientras el teatro simplemente nos devuelve una realidad sólo un poco exagerada.
    El elenco ofrece un gran compromiso con esa historia sagaz. Cada uno aporta su costado taimado para brindarles a sus criaturas la verdad de lo inverosímil, o viceversa. Seductora elección de Amancay Espíndola en la construcción de una madre distraída, cálida, risueña y hasta un tanto ingenua que la libera del verdadero rol de cómplice silenciosa y arquitecta fundamental de lo maligno. Hugo Men y Gabriel Nicola se sacan chispas –como suele decirse- en sus roles de padre e hijo respectivamente. Ambos aportan las cuotas de malignidad y ternura necesarias para edificar esa familia de valores genuinos e íntimos. Dacal eligió el camino del naturalismo para contar lo siniestro.
    Un desafío para el espectador dejarse llevar por esa historia que nos es ajena y propia a la vez, lejana y cercana, tan antigua como reciente.
  • Segundo Cielo 2

    23/04/2008 00:10 por Delia 2
    La obra es MUY BUENA. Una sale pensado: ¿qué queda de las vanidades o ambiciones pequeñas?, ¿o de las pequeñas conspiraciones?, ¿de los celos? ¿Y de los anhelos más puros, qué?
    Cada personaje consigue develar su humanidad: la contradicción entre los puros intereses, la necesdad, las limitaciones, y cada uno, a su tiempo, logra develar que aferrado "al borde del corazón", digamos, permanece lo que más deseó.
    Genera melancolía y calidez. Hay juego entre lo trágico y lo patético; lo cínico y lo irónico; de esto, considero, se desprende lo que se recibe como instantes cómicos o que, al menos, provocan risa (y realmente la provocan).
    "Viven" en permanente evocación. Toda esa confusa y constante voluntad de aligerar, volver natural, cada situación genera climas amenazantes o hilarantes.
    Todo ha quedado atrás y todo está ahí para reconocerlo, aceptarlo y resignarlo para siempre. Pero nadie está obligado; puede permancer todo así...
    Hay algo de "sueño" cruel que se patentiza en Elsa; desde la aparición en escena corporiza el gran pesar y casi todo el drama se la ve como si caminara a orillas de un profundo precipicio. Le van destruyendo su refugio de olvidos y de idealizaciones con tenacidad de gota que golpea un mismo sitio.
    A fuerza de ficción, esta obra pone la realidad entre espada y pared. Nos obliga a repensar la propia vida.
    Sin esas muy buenas actuaciones, tal vez no me hubiera gustado tanto. No lo sé...
    Stella Matute estás brillante. Unos besotes al elenco.