Opiniones de Marta H

  • Retame Zárate

    11/10/2006 11:34 por Marta H 12
    "Buenos Aires te mata"
    Muy buena Retame Zárate. Notable la precisión con que los actores se manejan sobre el escenario Da la impresión de que en él hubiera un diseño dibujado sobre el que ellos debieran caminar. No hay tal dibujo. Hay ensayo, trabajo y talento.
    Los personajes se manejan en parejas: dos mendigos, dos colegialas, dos empleados de clase media. Caminan todo el tiempo a un ritmo marcado por un personaje ajeno a ellos. –ajeno en el sentido de no estar incluido en la marcha-. Seres típicos de ciudad, hombres, "monitos marchadores" como decía Humberto Costantini, caminando sin parar, entrecruzando sus caminos, casi rozándose, pero logrando evitar el contacto. Cada uno componiendo como rostro, la máscara apropiada, que le permite salir al mundo, a encontrarse con los otros, con las cosas. Pero, a veces, se produce el encuentro inevitable y éste no estará regido por el reconocimiento o la reciprocidad sino por la violencia o la denigración. Acá el otro nunca es un semejante es el otro amenazador, que puede ser víctima o verdugo. La acción, la caminata sin pausa, se desarrolla en una semipenumbra hasta el momento del encuentro y entonces la luz se demora en ese espacio donde se juega el conflicto. La caída y luego, la recomposición. Nuevamente la marcha intentando esforzadamente componer la máscara primera que cayó por un momento dejando aparecer un rostro crispado, atormentado. El reflejo es feroz como nuestra vida en esta ciudad cada día menos habitable. A pesar de todo, como en la vida, también logras reírte. Si van a verla (ojalá lo hagan), como no se pronuncia una sola palabra, traten de sentarse adelante para no perderse cada mirada, cada gesto de estos excelentes actores. Y una más, qué bueno encontrarse de nuevo con un espectáculo dirigido por Segura y Bontá.
    Marta H. López
  • Puerta, Piano, Martita y el Costurero

    05/08/2006 17:21 por Marta H 12
    Al encuentro del tiempo perdido.
    Dice la directora Mónica Driollet: "(...) la evocación del pasado, el espiar a través del recuerdo de los personajes para entender lo que ya no volverá a suceder, comprender el sentir de otro tiempo, el pensar de otro ser y de otra subjetividad son parte fundamental de este trabajo."
    Hay que tener en cuenta estas palabras porque el objetivo ha sido logrado. El clima de evocación, se instala desde el principio gracias a la inclusión de una exposición de objetos y fotos del pasado que recorremos antes de comenzar el espectáculo. Este 'paseo' dispara en el espectador una multitud de señales que se dirigen activamente a su memoria. Algo familiar y que sin embargo ya no forma parte de nuestro presente por su condición de pasado, y que a la vez nos conformó en lo que hoy somos. Esas fotos nos pertenecen, son nuestros esos juguetes... Es decir la puesta se ha anticipado y estamos listos para recuperar fragmentos de infancia.
    La obra es un cruce entre narración oral y teatro. Se trabaja sobre tres cuentos de tres narradoras: Patricia Suárez (In Loving Memory), Maite Alvarado (El Cuarto del Piano), Homenaje (Silvia Molloy). Tres cuentos excelentes cuyas narradoras son niñas que nos van transmitiendo segmentos de sus vidas. El lenguaje y los conflictos adultos son incomprensibles para la niña, dado los elementos precarios de que dispone su experiencia, por lo tanto se hacen traducciones propias, lógicas erráticas (por momentos tanto más lúcidas). "La nena" (maravillosa Hanna Fleischmann) nos cuenta un mundo de pasiones familiares desde una intimidad cómplice, implicándonos en su secreteo. Los juegos infantiles responderán a esa saturación de información e ignorancia con que están construidos y así Caracas (como signo mágicamente exótico) estará en África como espacio aturdido por golpear de tambores y sembrado de peligros. Esta aventura la recreará apasionadamente la actriz María Zubiri.
    Los objetos, como siempre en la infancia, responderán más que a su utilidad doméstica, a la función que les asigne la imaginación. Y un hermoso mueble tallado que sirve para guardar objetos, se transformará en un tambor y un costurero. A su vez un alfiletero podrá ser sofisticada pulsera, según sea la necesidad que impone el juego que la niña haya iniciado. Recuerdo a Cortázar que tanto sabía sobre evocaciones y juegos cuando dice: "Juegos de la imaginación dirá el señor sensato que siempre existe entre los locos. Como si se supiera qué es el juego y sobre todo qué es la imaginación." Y este espectáculo está atravesado absolutamente por el juego y la imaginación, es decir, por la creatividad.
    Excelente Mónica Driollet planteando un conocimiento acabado de la dinámica escénica, de la dirección de actores y, sobre todo, de la creación de climas. No entiendo todavía cómo ha podido lograr que Homenaje, cuento que asombrosamente consiste sólo en una enumeración de telas, se transforme en un despliegue de percepciones sensoriales que Felicitas Luna (la actriz) transmite fascinándonos.
    Marta H. López
  • Budín Inglés 9

    17/07/2006 01:46 por Marta H 12
    Una forma de la felicidad.
    Si sos lector, andá corriendo a verla y si no lo sos, andá también, quién te dice que no se te contagie la fiebre, la maravillosa sensualidad de la palabra expresiva. Palabras que pasan a conformarse con vos, que pasan a pertenecerte implicando un mundo de subjetividades otras que son cuidadosamente apropiadas, interiorizadas.
    La fecundidad del ciclo 'Biodrama' reside en eso, en disparar al espectador hacia sí mismo, en hacerlo resonar con sus propias vivencias. Creo que nunca tanto como en esta obra se podría aplicar el concepto de Pavlovsky de 'Multiplicación dramática'. La obra termina mucho después de los aplausos. Termina o, mejor dicho, continúa después, a la salida, cuando empezás a comentar los libros primeros, los de tu infancia, o bien aquéllos que te marcaron para siempre. Sigue su resonar, ya en tu casa, con tus libros. Los mirás y pensás que muchos de ellos podrían hablarte de épocas de tu vida, otros te despertaron y con eso resignificaron tu pasado y te abrieron alguna posibilidad dormida. Y es una actividad que siempre se renueva. Ayer nomás descubriste a un escritor que no conocías y su íntima compañía fue una nueva apertura. Mañana sabés que el milagro se renovará. Es un poco como la eternidad en la mano.
    En la obra son cinco personajes (cuatro de ellos lectores). Está la que se apasiona por los libros históricos, la que cuenta 'Rojo y negro' con la familiaridad con que se habla de aquellos que están fuertemente implicados en tu vida. Está la que se maravilló con Proust o el lector 'cobarde' que no termina nunca los libros, porque no hay preparación posible para ese vacío desolado al que te arroja la palabra: 'Fin'.
    Una escena memorable al final: Todos los actores leyendo recostados sobre una cama mientras cantidad de libros, en el piso, en la cama enmarcan este encuentro. Una forma de la felicidad...
    Tan buena esta idea de la dramaturga y directora Mariana Chaud. Y tan bueno este proyecto de Vivi Tellas.
  • Hotel Melancólico 10

    17/07/2006 00:40 por Marta H 12
    Tan buena Hotel Melancólico, tan disfrutable...
    Tiene un subtítulo: Historias fragmentadas en espacios compartidos. Y asistimos a eso, a escenas, fragmentos de la vida de seis personajes que conviven en una especie de pensión familiar. Estos personajes no tienen nombre, excepto uno, la mujer llamada Berta. Los otros son definidos, en el programa de mano, por su "función": El novio, la novia, el hombre, el músico, la mujer-perro.
    Es curioso que Berta la única que ostenta una identidad (posee un nombre, es nombrada) habla en francés. Situación que exige una tarea de interpretación que problematiza la comunicación. Hasta su ropa es evidencia de duplicidad. Pero a la vez todos los personajes reflejarán una particular duplicidad. Y este rasgo comienza desde la puesta, con la disposición de un escenario con un fuerte anclaje realista, que en cualquier momento es quebrado por el artificio.
    La inclusión de un personaje que es perro y es mujer (excelente Leticia Torres en esa composición) hace fuertemente evidente esta dualidad. Pero cada uno de ellos es uno y su contrario, o en todo caso uno y su otro.
    'El hombre', por ejemplo, designado por su característica de género exhibirá sin embargo una inquietante fascinación por 'el novio'. Este, a su vez, con características machistas bien marcadas sólo puede entregarse al deseo por 'la novia' en tanto ella sea imagen, no carne. 'La novia' apostando fuertemente por el estereotipo cultural: novia-esposa-madre, que exige el anclaje en la materialidad deberá ser sólo una pose, un modelo, una figura ofrecida al deseo del otro.
    Fusión de música, teatro y poesía. Humor y desolación. La sombra de la melancolía atravesando a esos solitarios. Pero también momentos de dulce intimidad donde la convivencia parece armonizarse sin roces. Un espectáculo abierto a los sentidos, incluso al más difícil: lo táctil, desde el agua bañando los cuerpos, desde las pompas de jabón que flotan sobre el escenario, con la posibilidad de tocarte. El elenco y la dirección excelentes. En fin, creo que son las últimas funciones. Ojalá puedan verla. Pero estemos contentos porque ya Mariela Asensio está preparando dos nuevas obras.
    Marta H. López
  • 4.48 Psicosis 12

    23/04/2006 16:49 por Marta H 12
    Muy buena.
    Esta obra fue estrenada después del suicidio (a los 28 años) de su autora. Por eso, durante este largo monólogo no podemos dejar de identificar al personaje con su autora Sarah Kane. Tres frases impactan: "Nada puede extinguir mi furia." "Y nada puede restaurar mi fe." "Este no es el mundo en el que quiero vivir." Impactan por el carácter definitivo que tienen. El dolor como estado perpetuo que no obtiene nunca el alivio cotidiano del olvido, se traduce en imposibilidad. Y aquello imposible no tiene más representación que la furia y el sin sentido. Pero, a las 4:48, cuando pasa el efecto de la medicación –nos dice- adquiere la conciencia de sí misma y del mundo y comprende que no se conoce, que no es. ¿Pero, cómo se puede lograr una puesta tan acabada de un discurso de esa densidad? Un discurso sujeto a la inteligencia desgarradora, a la incoherencia, al sopor ante la enunciación abrumadora de miligramos y más miligramos de fármacos. Y en última instancia sujeto ceñidamente a la muerte.
    Mi respuesta, y es absolutamente subjetiva, es que Luciano Cáceres supo construir una estructura en espejo. Jugó certeramente con la luz sobre el rostro de Leonor mientras todo el escenario oscurecido reflejaba las sombras de sus movimientos, metáfora de sus fantasmas. También el espectador queda envuelto en una oscuridad igualmente alegórica. El espectador desde su "cordura" (él sí ha sabido usar todas las coartadas que brinda el olvido) no puede identificarse totalmente con el discurso que se le enfrenta, menos significarlo paso a paso. Justamente, la significación es lo que menos importa. Porque lo que acá se juega es el reflejo, el acto de reacción: angustia, impotencia, sopor, agobio. Formamos eco en ese espacio.
    Fuera del teatro, y luego de unas horas, llegó también para mí el momento; 4:48, el momento de lucidez donde pude empezar a producir significación. O por lo menos, creo que pude...
    Leonor Manso más excelente que nunca. Cáceres realizador inteligente de la forma que logra en un determinado momento (con un recurso teatral extraordinario) la síntesis justa. Eli Sirlin perfectamente compenetrada con la obra moviendo ese juego de oscuridad y luz.
    Pero es una obra tan difícil para comunicar que siento que todo lo que dije es sólo tentativo, precario. Sería bueno que aquél que vaya a verla relate también su experiencia. Podríamos así compartir nuestras vivencias, seguramente diferentes.
    Marta H. López
  • 4 Jinetes Apocalípticos 20

    17/04/2006 00:56 por Marta H 12
    Muy buena
    Cuatro jinetes que se ensamblan para constituir una escena apocalíptica; la marcha feroz de un capitalismo que devora a los hombres. El humanismo ha perdido al "sujeto".
    Como dice el autor -José Pablo Feinmann- en "La sangre derramada" (ensayo que contiene muchas de las claves de la obra), el nuevo logocentrismo ya no es Dios, ni la Historia progresando indefectiblemente hacia la igualdad de los hombres. El nuevo logocentrismo es el del Mercado. Y éste es impiadoso porque genera la exclusión y la violencia.
    El jinete primero: La peste: Un hombre ha logrado una casa, una familia y sobre todo, esto hay que subrayarlo, un revólver. El orden 'normal' y la propiedad están asegurados... Pero todo puede desquiciarse. En algún momento, un zapping furioso dirigido sobre la televisión le brinda la información que construirá su sistema de ideas. Así conformará su subjetividad. La realidad mediática es la única posible. Aunque la muerte concreta, haya encontrado un espacio, ahí, detrás del sillón de su propia casa.
    El jinete segundo: La muerte: Una reunión de antiguos compañeros de Facultad, que se encuentran después de muchos años. Militantes alguna vez... Bajo el influjo del alcohol e instalados ya en la cómoda posmodernidad conformista, recuerdan antiguas consignas políticas y las dicen. Las dicen bajo el nombre: 'Digamos boludeces'. Ese momento que, sí, es desopilante, también nos arruga el alma. Porque muchos de nosotros creímos en la posibilidad de tantas cosas... Por esas cosas otros murieron. Decimos entonces, como espectadores, nada más que para nosotros mismos: -¡Por favor, que alguien pare a estos miserables!- Al fin, algo sucede...
    El jinete tercero: El hambre: Los medios y su sistema de apropiación caníbal de las víctimas. Un maestro de actores, un creativo, un periodista y un Amo y... alguien más.
    Como este monólogo le hace guiños al relato policial no falta el mayordomo, ni el policía, ni tampoco una asociación con un cuento de Stanley Ellin. Es curioso como el mayordomo define su trabajo en el puro término de la Obediencia Debida. Está limpio. Hace el trabajo que le indican.
    El jinete cuarto: La guerra: Es el último, furiosamente gráfico. La voracidad del mundo de los negocios, la competencia, la asociación o la eliminación del otro. El personaje es un businessman, admirador de A. Smith, que se sitúa claramente en el lugar del opresor (hay una referencia implícita a la teoría de Feinmann de que ya no hay una ideología que ampare al explotado. Antes el trabajador era necesario, en un sistema injusto, sí, pero que dependía de él. Hoy está el excluido y nadie lo necesita. El vertiginoso juego del Capital hace su fiesta caníbal. Mientras, los aviones se dirigen a las Torres...
    Y todo esto en clave de humor. Ese humor feroz que sabe golpear.
    Un trabajo de Dayub tan excelente, que aun estando solo en escena, logra hacerte creer que con él hay otros actores, hombres y mujeres, dialogando. La dirección, impecable. Y el texto... ya sabemos como escribe Feinmann: acierto y precisión, humor y, sobre todo, agudeza de filósofo.
    Marta H. López
  • Sanos y Salvos 16

    06/03/2006 16:45 por Marta H 12
    ¿Seres que vuelan?
    Cuando entrás, un enorme patio empedrado te recibe con sillas y reposeras. El lugar pertenecía a una vieja aceitera del Abasto.Y ahí, dos sensaciones: la primera es que ya casi no quedan fábricas y ese resto que estás viendo es la metáfora viva de la Argentina actual. La segunda, es en realidad un recuerdo de aquellos patios de club de barrio que reunían a los vecinos en algunas ocasiones festivas. Y esta segunda vivencia es la que te recupera, porque estás con otros y vas a participar también de la fiesta. Una enorme escalera de metal furiosamente naranja te afirma en este nuevo estado de ánimo y...Ya está, estás lista para el encuentro. Subís las escaleras y entrás en ese 'otro mundo'.
    ¡Qué hermoso espectáculo! Una fusión de teatro, música y acrobacia y mucho más -difícil de precisar- que hace al hecho artístico.
    El núcleo de la experiencia es el movimiento, los cuerpos entrelazándose, soltándose y uniéndose una vez más. La pasión alegre de una fiesta expresiva. Los jóvenes artistas saltan, ríen, dominan sus cuerpos entregando junto con la flexibilidad trabajada, la gracia y la poesía de cada figura.
    Dos mujeres, envueltas en humo, juegan con dos grandes aros que suben y se balancean y de pronto, sí, vuelan. Estás absorta. No querés ni aplaudir. Intentás con tu inmovilidad que esa imagen permanezca con vos para siempre.
    Un joven extraño, a veces 'pájaro' crea con cada aparición su propio espacio lúdico. Juega con objetos, tensando su sentido: dejándose atrapar para, luego, desasirse y dominarlos. Y de ahí, lo lúdico también en tu recuerdo, tu propia infancia en la relación con los objetos cotidianos que se transformaban una y otra vez para acompañar tu ruta imaginaria.
    La música y la luz, también protagonistas... Un equilibrista bailando un tango... Y, sobre todo, las caras de todos nosotros, los espectadores, sonriendo, admirando. Parecemos todos niños. Y, tal vez, aunque sea por ese rato, lo somos.
    Andá a verla, que no tiene nada que ver con aquellos oscuros y casi tristes circos del pasado.
    Este espectáculo estalla de vitalidad como la escalera naranja sobre el fondo gris y derruido.
    Marta H. López