La Bestia Herida

Es un trabajo coreográfico para cinco intérpretes, donde el concepto de la memoria ha sido entendido como marcas, cicatrices y películas vividas. Es una pieza no narrativa, pero que sugiere con la imagen y con la superposición de los planos en el espacio.
Los recuerdos se apelotonan como si quisieran salir a flote, todos a la vez. No se entiende la memoria como una pantalla de cine donde se suceden las imágenes sino, un espacio de competición de recuerdos.
Se habla de amor y al mismo tiempo de cualquier otra cosa. En la escena hay gente, como en la memoria, no hay hechos, sino personas que sienten sin contar el qué. Se mueven.
La Bestia Herida podría ser alguna de esas personas o simplemente un ramo de flores que es usado para contar una necesidad o el cariño.
Al final la bestia se queda con la sensación o la emoción, y un ligero recuerdo de algo que fue.