Vamos a contar mentiras

Una arquitectura teatral admirablemente concebida por la maestría del autor Alfonso Paso. La historia de una simple fábula china anterior a la era cristiana, relataba la falsa llegada del lobo a comer a las ovejas, hasta que por tanto engaño, el lobo devoró al pastor y nadie acudió en su ayuda. La acción transcurre, por su adaptación, en una casa de un barrio residencial, en un suburbio de Buenos Aires, propiedad de un matrimonio de clase media, en una Noche Buena de nuestros tiempos. La mujer que complica a todos con sus mentiras e indispone a unos contra otros, recibe la pregunta de su marido … “En resumen, mentís porque te aburrís?” No, dice ella “¡¡No son mentiras, yo misma me las creo y si no las digo, siento que voy a explotar!” Esa noche su mucama le abre la puerta a su novio, un ladrón profesional que asalta la casa con un socio disfrazado. La mujer casi enloquece, porque nadie le cree y nadie la ayuda. Si la primer parte de la obra es una comedia de sonrisas y risas, la segunda es de carcajadas que se convierten en gritos nerviosos y de espanto por las desopilantes situaciones provocadas por las dinámicas y veloces escenas vodevilescas. En resumen, nueve intérpretes que le harán olvidar por casi dos horas del corralito y las consecuencias que nos preocupan diariamente.
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