Ese fulgor, esa tristeza

Resumen estetico:
Inspirada en la textualidad y el universo poético y simbólico de Juan Carlos Onetti (Uru.) y Liliana Díaz Mindurry (Arg.), "Ese fulgor, esa tristeza" refleja, a través de Julio Langman, el protagonista de la historia, las principales cuestiones que obsesionaron al autor uruguayo a lo largo de su obra y su vida. Tomando como pilares su postura de abnegación ante la tarea del artista, que asume su compromiso con el arte como un deber que se antepone a las aspiraciones de trascendencia personal, y rechaza los posibles frutos del éxito. La visión del amor como una fatalidad inevitable y necesaria. Y la locura como el lugar en que reposan los sueños, y al que conducen la intransigencia artística y el desengaño amoroso. La historia de "Ese fulgor, esa tristeza" se ve atravesada por la prosa ríspida e intensa de estos dos autores rioplatenses.

Resumen argumental:
Julio Langman, un hombre de teatro y de letras, oscuro y vencido, repasa desde la soledad del delirio, confinado en un asilo para gente de teatro, los hechos que lo condujeron a la locura. Obsesionado con las últimas personas que lo rodearon, y a quienes cree ver en los rostros del personal que lo asiste en su retiro; Langman mezcla constantemente la realidad y la ficción, y sus recuerdos destilan un rencor trágico y romántico, mostrándonos un mundo corroído de perversión y cinismo. La misma atmósfera desolada y decadente que Onetti solía pintar en su literatura, situada en su mítica ciudad de Santa María, y en las antípodas del convencionalismo agradable de muchos de sus detractores y contemporáneos. Como cajas dentro de cajas, los personajes van desnudando sus facetas más ocultas. Ácidos, vulnerables, cínicos, tristes, solitarios, frustrados. Caminan sin rumbo entre la escena y la prosa, entre el amor y el odio, entre la candidez y la locura. Dejando a su paso la estela de un olor extraño, pero reconocible.

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