El Diablo en la Boca

Es un proyecto que investiga y produce en el terreno de la música improvisada con un fuerte apoyo en las voces y la percusión. Maia Mónaco y Mariana Pereiro, generadoras del proyecto a mediados del 2006, junto a Valeria Pagola se atreven a las composiciones vocales sin pauta, moviéndose en lo vocal improvisado con soltura y en plena búsqueda; Alejandro Oliva y Gabriel Spiller interactúan desde la percusión y dirigen algunos pasajes con un lenguaje de señas que surge de la ámbito de la improvisación grupal.

Juntos son El Diablo En La Boca, un proyecto que busca y experimenta, que pisa en lo escénico, la espacialidad y la composición espontánea para definirse en movimiento, libre de nombres, en constante ondulación.

Es habitual contar con la presencia de artistas del ámbito de la música y de otras artes que se suman en las improvisaciones aportando sus colores propios y generando nuevos territorios creadores de sentido y experimentación. Han sido invitados en experiencias anteriores artistas como Mario Gusso, Richard Nant, Fernando Kabusak, Demián Luaces, Rodrigo Guerra, José Balé, Gabo Rosujovsky, Cassandra Da Cunha, Victoria Zotalis, Bárbara Togander, Valeria Kovadloff, Vanesa Weimberg, Martín Pantyrer, Marcelo Katz, Marcelo Moguilevsky, Santiago Vázquez, Luciano Dyzench D auz, Mariano Cantero, Martín Telechanski, entre otros.

Como grupo, El Diablo En La Boca viene ofreciendo conciertos y workshops dedicados a la improvisación musical escénica en espacios culturales independientes (NoAvestruz, Templum, Espacio Ecléctico, Movimiento Esquina, camarín de las Musas); como invitados en eventos de improvisación musical (La Bomba de Tiempo en Ciudad Konex; inauguración de la muestra de la artista plástica Silvia Dhiel, espacio Juana de Arco) entre otros.

Por su parte, los integrantes del proyecto vienen transitando el camino de la improvisación musical y escénica en diferentes ámbitos.

Dice la crítica

"Sobre El Diablo en la Boca, habita un experimento artístico único e irrepetible; una inspiración efímera y transparente, en la que los intérpretes se divierten y los espectadores disfrutan con ellos: algo no muy fácil de conseguir. El Diablo, en la boca escribe una palabra dulce para todo aquel que esté agotado del concierto memorizado y predecible. Luego, el ángel más bello, dibuja una sonrisa que se ofrece como un fruto fresco, exótico, que simboliza una música encriptada con delicia."

Matías Rodríguez / Crítica Teatral / Marzo, 2008.

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