Las manos sucias


Con las características de un policial francés, ``Las manos sucias'' es una polémica obra de Jean Paul Sartre, quien se metió de lleno en las discusiones ideológicas de un partido político de izquierda, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Cuenta la historia de un joven revolucionario quien se presenta junto a su esposa en la casa del líder político con la secreta misión de eliminarlo. Fue enviado por una facción contraria y debe actuar rápido, pero las dudas lo invaden. El carisma del líder afecta a la pareja y la desestabiliza. Surgen las preguntas: ¿Hasta dónde los valores y principios que decimos sostener son posibles de llevar a la práctica? ¿Se puede vivir sin mentiras?

EL ESPECTÁCULO

En un país imaginario se abre una grieta ideológica dentro de un mismo partido. Un joven se presenta como secretario del líder político. Ha sido enviado por una facción contraria con la secreta misión de eliminarlo.

``Las manos sucias'' se estrenó en París en 1948. La historia de un hombre enviado por una facción política a matar a otro camuflando su identidad se parecía un poco al asesinato de Trotsky. Era el comienzo de la guerra fría y la batalla continuaba con palabras. La obra se interpretó como una denuncia al estalinismo. Sartre se encontró en la necesidad de aclarar que Las manos sucias “no era una obra política sino sobre la política” , y que al igual que en la tragedia griega, “todos los personajes tienen razón y todos están equivocados.” Por las dudas, desde 1952 sometió las representaciones de su obra a la aprobación del partido comunista en cada país.
( Cuenta Alfredo Alcón que ensayaba la obra con la angustia de no saber si iban a lograr la autorización. Corría el año 1962 y la dirigía Narciso Ibáñez Menta en el Politeama ) Más allá de la polémica, la obra siguió viajando en el tiempo; y luego de la caída del Muro de Berlín siguió representándose cada vez más. Las vacilaciones del personaje, su percepción de una realidad movediza, acaso impostada, se siente contemporánea. Así como la eterna lucha entre las ideas y la praxis, las fantasías y las verdades de la real politik. Borges escribió que nuestro destino no es espantoso por irreal sino porque es irreversible. La máscara, la posibilidad de estar representando un rol, de ser otro, nos concede la ilusión de haberlo inventado. Para Sartre, es la ilusión de ser libres.

La obra trasciende el tema de la política y nos habla de la condición humana.

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