El Retrato del Pibe

Esta reposición (la obra se estrenó en 1908), intenta una aproximación a un género poco frecuentado en el actual teatro argentino, El Sainete. Pero además, surge en esta puesta una profunda lectura de la pieza, que gracias a lo relativamente breve del texto y a su extraña circularidad, motiva una visión expresiva complementaria. Guerberof plantea tres versiones sucesivas de la obra de González Castillo: una primera versión, en la que se tratará de ofrecer la pieza tal como se representaba en la época de su estreno. Es decir en un estilo relativamente ingenuo, candoroso y poético de las criaturas de González Castillo. Para proseguir a continuación con una nueva visión y llevar la pequeña tragedia del Retrato del pibe a un estilo más contemporáneo, argentino por excelencia que es el grotesco. Nacerá, entonces lo exacerbado de las pasiones, la pérdida de la ingenuidad, el final de la ilusión. Se tratará de recuperar, en la actuación, el estilo interpretativo de los viejos films de Enrique Romero por ejemplo, para llegar a un lenguaje, más actual, exasperado y cruel. Como epílogo, a manera de coda musical, los actores sucesivamente fueron intérpretes de un sainete-primera versión- y de un grotesco en la segunda situación, jugarán en esta tercera versión del Retrato del Pibe segmentos de la obra, como si fueran retazos nostálgicos de la memoria. Es la pareja de siempre sólo que esta vez la modernidad los ha transformado: son autómatas a los que une además del lenguaje, el espacio. Enfrentadas las versiones se podrá apreciar entonces, no sólo la riqueza literaria de Gónzalez Castillo, sino que permitirá, un rico juego de imágenes, y un ejercicio expresivo de búsqueda y experimentación actoral.
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