Épica

Una mujer junto a una montaña de ropa que la supera en tamaño. Y otro gigante, Richard Wagner, o más bien, su música. Es el comienzo de Épica, obra de danza teatro de Belara Michán. Ella se viste, se desviste, se transforma, y se lanza al vacío de la escena. Y baila, baila la emoción de cada vestuario y uno a uno, el drama cotidiano de un cuerpo de héroes y heroínas. La intérprete sonríe bajo un vestido, ¿se siente gloriosa o miserable? Los límites entre la tragedia y la comedia se desdibujan. Como en toda épica, en algún momento, cada personaje encuentra su punto débil, allá en el fondo del cuerpo, más adentro de la ropa. Cuando nadie les mira, brillan sus ojos aniñados pidiendo rescate.

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