Muerte de un viajante

Willy Loman ( Alfredo Alcón ) ha trabajado como viajante de comercio durante toda su vida para conseguir lo que cualquier hombre desea: comprar una casa, educar a sus hijos Biff (Diego Peretti ) y Happy ( Luciano Cáceres ), darle una vida digna a Linda, su mujer ( María Onetto ). Tiene setenta años, y está extenuado; pide un aumento de sueldo, pero se lo niegan y acaba siendo despedido “por su propio bien”, pues ya no rinde en su trabajo como antes. Todo parece derrumbarse: no podrá pagar la hipoteca de la casa y, para colmo, sus dos hijos no hacen nada productivo. ¿No se ha sacrificado siempre para que estudiaran y tuvieran un futuro? A medida que avanzan las horas, la avalancha de problemas crece de modo imparable, pero Willy vive otra realidad, en otro mundo: ¡ha soñado con tantas cosas!... Ha sido un trabajador perfecto, un padre perfecto y marido: ¿dónde está el error?, ¿en él o en los demás?

Arthur Miller comenta: “la tragedia de Willy Loman está en que dio su vida, o la vendió, para descubrir que la había desperdiciado. El que siga habiendo tantos Willy en el mundo se debe a que el hombre se supedita a las imperiosas necesidades de la sociedad o de la tecnología aniquilándose como individuo. Pero la obra trata de algo aún más primitivo. Como muchos mitos y dramas clásicos, es una historia sobre la violencia en el seno de las familias”.

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