Señora jimena

La señora Jimena hace un repaso por las cartas y mensajes que intercambió con Nancy, su empleada doméstica. Le lee en voz alta a su marido los halagos desmedidos de Nancy, su obsesión con el planchado, sus excusas delirantes para faltar al trabajo y su devoción por la familia que se acerca cada vez más a la obsesión. A pesar de los consejos del marido que, solo inferimos por las cosas que le dice la señora Jimena, apuntan claramente a que despidan a Nancy, las razones de la señora Jimena son inamovibles. En un creciente absurdo, tanto de los mensajes y cartas que lee como de sus respuestas, el monólogo despliega un vínculo insensato.

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