Fuerte como el vidrio frágil

Amanda y Laura viven juntas en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Amanda, con un deterioro físico y mental progresivo, necesita cada vez más de su hija para su contención. A la vez aparece la negación y el impulso maternal de querer mejorar la vida de Laura, tal vez porque sabe que su final es inminente. Amanda sueña con su pasado. Laura sueña con un futuro más colorido que su presente, pero no se anima a cortar amarras. En medio de estas dos mujeres está Ruperto, un hombrecito que sueña también. Ruperto sueña con el mar y un horizonte sin límite. Ruperto y Laura sueñan juntos con una nueva vida, dos almas solas que se juntan, por necesidad o por amor. La dificultad en la toma de decisiones y la culpa, las dificultades concretas de un entorno social y económico en pleno inicio del siglo XXI en Argentina, ponen a prueba a estos personajes. Amanda ya no puede tomar decisiones. Laura y Ruperto están frente a ese punto donde los caminos se bifurcan y debe elegirse sólo uno

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