Crónicas de Pichincha

Rondando los años 30, Rosario contaba con un privilegio poco concedido para una ciudad. Y es que allí funcionaba un barrio en dónde la prostitución estaba amparada por la ley y la regulaba: estamos hablando de Pichincha. En este barrio con aires de ciudad francesa transcurrían historias que no hacían más que enmarcar a la mujer como eje de su misma existencia. En esta obra, Crónicas de Pichincha, se muestra varios costados de esa mujer, con situaciones que a primera vista son muy divertidas, pero que encierran una veracidad que en la actualidad resultaría tan grotesca como inaceptable. Con un guión impregnado de época y como a los que nos tiene acostumbrados Alicia Muñoz, se vuelve a poner de pié esta ciudad, pero esta vez en Gargantúa y dirigida por Ricardo Arauz.
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