La mejor solución

Una historia teñida por el color de la tragedia. Una familia integrada por dos matrimonios vive en función del único hijo de uno de ellos. El niño sufre una grave enfermedad terminal y la única forma de salvarlo es mediante un trasplante de órganos.
Prácticamente en la miseria y víctimas de una realidad social objetiva marcada por el determinismo social, el destino que subyace a ellos aparece trazado desde un comienzo e imposible de modificar.
Ante la impotencia, recurren a un profesor de Esperanto (proyecto frustrado que implicaba la invención de un idioma universal que lograría la unificación mundial). La esperanza puesta en este idioma funciona en diferentes niveles y el carácter utópico e irónico de este proyecto alude a la imposibilidad de subsanar tanto el problema de salud como el geográfico.

“Más allá del problema particular de esta familia, en la obra todo el tiempo está presente el contexto social. Personajes sumidos en la miseria, imposibilitados a realizar acciones concretas para un cambio a futuro”, comenta Hernán Morán

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