Bar La Quietud

“El tema del bar ha sido un recurso autoral muy bienvenido en el mundo del teatro. El bar y/o el café dejaron sus marcas indelebles en la dramaturgia argentina. Ahora, esas marcas las puede dejar en la dramaturgia salteña, hecho que es mucho más interesante desde la proximidad de una autora con su ciudad. El público puede tomar la mitología individual y por qué no, buscar identificarse en un rasgo o en otro con los personajes. Para hacer el elogio de la risa o el disparate, elijo Bar La Quietud. Su humor amargo y su desencanto se viven como actuales, tan cercanos a nosotros. La obra deposita un amor imposible en una mujer que pasa etéreamente por el bar en un combate con lo indecible: amar y ser amado, ecuación difícil y utópica.
¿Quién es Godot en las escenas de un bar donde un hombre también espera?”
(Rodolfo Ceballos, El Tribuno)
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