Procedimientos para inhibir la voluntad de los individuos

La Construcción, es el fragmento y excusa principal del espectáculo. Este texto, enigmático y casi final de Kafka, es presentado al lector como un obsesivo informe acerca de la construcción de un seguro y subterráneo laberinto para protegernos de todo enemigo exterior que, con seguridad, acecha esperando el momento de desbaratar nuestra tranquilidad, nuestra posible felicidad, y la integridad de nuestras posesiones. La obra pasa revista a las actitudes y comportamientos distintivos del poder autoritario para con los individuos. El mandato de desarrollar la protectora construcción en donde deberemos encerrarnos y resistir, parece haber existido desde siempre. El constructor, en realidad cualquiera de todos nosotros, es el instrumento de un designio heredado del pasado y que perdurará, más allá de nuestra vida y hasta el final de los tiempos. Como alumnos y maestros del miedo, cada cuál deberá consagrarse a la tarea, absorbente y exclusiva que nos fue prescripta: Edificar la fortaleza inexpugnable y segura, construir la inviolable propiedad que hará fracasar todo intento de cualquier posible enemigo. Garantizar el estado de las cosas, de generación en generación, sin alteraciones al orden previsto...
El relato original culmina, a pesar de la atormentada y constante escucha de ruidos extramuros que ha soportado el personaje, con una frase que dice: “...Pero todo permaneció sin alteración”. No obstante, los editores de Kafka se han cuidado de agregar después del título: "La Construcción fue escrita en el último año de su vida, 1923-24, en Berlín-Steglitz. En el punto en que la historia se interrumpe el héroe se prepara para la lucha final con el enemigo, encuentro en el que habría de salir derrotado.”
En tan inquietante sospecha de acción posterior al relato mismo, se basa el texto dramático sobre el cual hemos trabajado. La dramaturgia que posibilitó nuestra aventura teatral es la resultante de entrecruzar, con La Construcción, distintos fragmentos de otros relatos del escritor checo. Así, obtuvimos sendos discursos para dos personajes: el Sr. F. y el Sr. K. Cada uno de ellos erige su fortaleza, asegura su propiedad, contabiliza sus dominios, vigila su mundo. ¿ Y el otro? ¿Dónde está el otro? ¿Qué está haciendo el otro? ¿Quién es el otro? ¿Hay otro? ...”/ Enrique Dacal
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