Los optimistas

Un grupo de académicos se reúne con un único objetivo: crear una nueva utopía. Pero sus deseos, conductas y jerarquías convertirán esta misión en una quimera. Los optimistas fracasan noche tras noche, y gracias a este fracaso evitan entregar sus vidas a un universal devastador, a un orden cuyos efectos difícilmente podrían dominar. Pero no es suficiente consuelo. Porque para ellos cada noche que pasa representa otra oportunidad perdida de fundar una sociedad perfecta. Por eso no pueden dejar de proferir utopías, a pesar del peligro que encierra esta búsqueda instintiva y racional de la felicidad.

LOS OPTIMISTAS indaga en la relación conflictiva que los utopistas mantienen con sus proyectos utópicos. Dicha indagación permitió arribar a una tesis provisoria que vertebró el montaje de la obra: El componente megalómano presente en toda elucubración utópica impide a su textualidad devenir en cambio social. Es decir, el contrato de lectura de un texto utópico traiciona en las modalidades retóricas y enunciativas que asume, su objetivo radical de colaborar en la transformación de una sociedad concreta. Lo cual lleva a que las utopías sean recordadas más por la ocurrencia que por la factibilidad de sus propuestas. A pesar de la seriedad y el empeño que requiere la elaboración de un texto utópico, éste siempre es leído como si formara parte del género tragicómico. LOS OPTIMISTAS es una tragicomedia de aquellos que como Tomás Moro, Tomaso Campanella, Charles Fourier, Etienne Cabet, Charlotte Perkins Gilman o Aldous Huxley, sucumbieron al instinto de la racionalidad utópica.
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