Princesa peronista

Sinopsis

En el baño del sótano de una Unidad Básica de Bustamante, encerraron a Victoria la amante de Martinoti, compañero peronista.

Está golpeada, no quieren que aparezca en la cena que organizó el partido para dar a conocer los nombres de los candidatos a diputados nacionales.

La vigila Tití, el custodio de Martinoti, hoy diputado provincial. Victoria luchará por un lugar en la mesa.

Antecedente

La obra de Marcelo Pitrola obtuvo el primer premio en el IV Concurso Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia, (2005) con un jurado integrado por Mauricio Kartun, Jorge Dubatti y Daniel Veronese y organizado por el V Festival Internacional de Buenos Aires y por el Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires. También obtuvo una mención especial en el concurso nacional de obras de teatro (2005), con un jurado integrado por Griselda Gambaro, Alejandro Finzi y Patricia Zangaro y organizado por el Instituto Nacional de Teatro. La primera puesta en escena se realizó en el Teatro del Pueblo (2006), con dirección de Diego Ernesto Rodríguez. Silvia Hilario, actriz que compuso el personaje de Victoria, fue ternada como mejor labor protagónica en los premios Florencio Sánchez.

Presente

Hoy Princesa peronista vuelve a la escena porteña con puesta del mismo director, Diego E. Rodríguez, pero con una versión escénica totalmente diferente a la anterior y con nuevo elenco: Melina Forlano y Paula Pisano compartirán el rol de Victoria, Osvaldo Malizia como Martinoti y Ricardo Mansilla, en el papel de Tití.

El motivo de esta reposición, que no es una reedición, nos lo cuenta el mismo director

¿Por qué esta nueva puesta de Princesa peronista?

Es fundamental destacar que con esta puesta de Princesa peronista hago mi debut oficial en mi propia sala: MACHADO TEATRO. Y la elección fue meditada con dedicación. Elegida entre valiosas posibilidades como han sido en mi repertorio El Chueco Pintos de Armando Discépolo, y La pecera de Ignacio Apolo. Justamente quería inaugurar mi producción en MACHADO con un trabajo que se propusiera recuperar la idea de repertorio como sinónimo de memoria, de resignificación de un texto por propio efecto de puesta en escena. El teatro para mí, entre muchas de sus riquezas, posee justamente la de dar testimonio creativo de la Historia, y también creo que mucho de este aspecto ha sido devaluado por cierta ideología posmoderna. Por qué no decirlo entonces, la elección viene a modo de declaración de principios; principios que también contienen la intención de recuperar la política y sus mundos como material teatral. Princesa peronista es un gran ejemplo de esto, El chueco Pintos de Discépolo, también lo era. Y es mi pensar que esta idea del teatro como observador de lo político también ha sido devaluada en los finales del siglo pasado y comienzos del presente. Habría aquí entonces otro principio como declaración en la elección de esta obra. Por último y no porque el orden sea cronológico, tenía la necesidad imperiosa de hacer nuevamente Princesa peronista. Mi vida cambió mucho desde el 2006 a esta parte, y mi mirada también; necesitaba reencontrarme con este material y trabajarlo desde una idea diferente a la construida en el 2006, desde una intimidad que por diversos motivos en aquellos años no me fue posible. En síntesis, con este nuevo estreno de Princesa peronista me presento en sociedad desde mi propio espacio como artista suscriptor de los conceptos Memoria, Política y Reencuentro, como valores propios de mi teatralidad.

Por qué esta princesa es peronista (Por Marcelo Pitrola, el autor)


No son pocos los historiadores que sostienen que la historia contemporánea argentina comienza con el peronismo. Tulio Halperín Donghi titula un texto sobre los últimos treinta años del siglo pasado La larga agonía de la Argentina peronista. Esa Argentina es la que se gestó en los primeros gobiernos de Perón. Puedo decir que el contraste entre el peronismo contemporáneo y aquel de los orígenes está en el germen de escritura de Princesa peronista. Desde mi adolescencia, cuando participaba en el centro de estudiantes de mi colegio, la mitología peronista -sus estandartes, su retórica, sus relatos- me ha provocado cierta fascinación. Esta obra habla sobre esa mitología, sobre ese pasado que perdura como un eco lejano, pero constante.

Mientras escribía la obra, fui a escuchar una conferencia de la historiadora Mirta Zaida Lobato a la Sociedad Científica Argentina sobre las reinas de los trabajadores durante el período 1948-1955, es decir, durante los dos primeros gobiernos de Perón. La exhaustiva investigación de Lobato me brindó algunos de los elementos necesarios para construir la mitología personal de Victoria. Estas reinas eran elegidas entre representantes de los sindicatos o de actividades productivas todos los primeros de mayo y mantenían su reinado durante un año. La reina y las princesas viajaban al interior del país, formaban parte del aparato publicitario y del impulso estatal de los derechos y el bienestar de los obreros. En la obra, la madre de Victoria fue una de estas reinas. De esta manera, por su historia familiar, Victoria pertenece a un linaje peronista, es literalmente una princesa peronista, pero su presente la encuentra desquiciada, ofreciendo su cuerpo como valor de cambio a un dirigente en ascenso.

Gracias a la permanente recomendación del maestro Mauricio Kartun, en cuyo taller se gestó, la obra siguió circulando y siendo leída, ya pasada su primera puesta en escena. Esta reposición, con la renovada y perseverante dirección de Diego E. Rodríguez, tiene para mí un efecto menardiano. Como en el proyecto literario de Pierre Menard, se trata palabra por palabra del mismo texto, pero ni el peronismo, ni el director, ni los actores, ni los espectadores serán los mismos, así que, de manera inevitable, la obra será otra y traerá nuevos sentidos.

e la PuestaSobr en escena:

Cuando lo suficiente es lo mínimo

En uno de los primeros ensayos de esta nueva puesta de Princesa peronista, Marcelo Pitrola, palabras más, palabras menos, me comentó al oído: "Die, yo acotaría más el espacio para que el efecto de encierro sea más notable" Esas palabras retumbaron en mi cabeza como un mandato, y a partir de allí el espacio de juego se fue reduciendo, tanto, tanto, que sólo el baño de Machado Teatro podía ser suficiente.

A partir de esta clausura del espacio, el texto comenzó a circular entre los actores con una organicidad notable. El juego actoral en ese espacio mínimo se vio potenciado favorablemente y mi atención como director se vio convocada casi exclusivamente por la administración de tensión dramática. La luz ya era suficiente con lo que había, sólo necesitamos encontrar algunos aportes y apoyos que en el transcurrir de los ensayos se nos fueron revelando. El silencio y sus sonidos, en composición con la voz de los actores en la palabra del texto se impusieron ante cualquier deseo de banda sonora. Y allí y por efecto de pasar y volver a pasar las escenas durante los ensayos, fuimos encontrando la caracterización física de los personajes, sus vestuarios, sus peinados, en fin sus máscaras. Para darle el tratamiento merecido a estas creaciones, encontramos en Alejandra Soto a la mejor diseñadora. En fin, como suele suceder en las buenas experiencias, el trabajo dedicado y la atención alerta producen el acierto, luego sólo es cuestión de no perder la huella.

2 Histórico de funciones