El devorador. O hasta que florezcan los jazmines

Interpretado por "Entramadas, mujeres por una poética propia"

Un grupo de mujeres espera que se muera "la bestia" para abandonar el espacio en el que son amputadas. La bestia perversa agoniza, rodeándolas de porquerías, desechos, excrementos y pedazos de cosas que ha masticado, pero no muere. El animal todavía respira y es él quien tiene la llave que les permitiría cambiar esa vida impiadosa y ajena que padecen. Solo con la llave podrán recuperar lo que es propio y la memoria; pero el desalmado tiene las garras apretadas y no suelta. "Las puertas se abren solo por dentro, para cruzarlas es necesario haber ido antes al otro lado con la imaginación y los deseos" declara una voz iluminada. ¿Cuántas veces se han prometido abandonar la escena? Pero el opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre las propias oprimidas. La farsa termina: cuando no fue una, fue la otra pero la bestia siempre fue consentida, siempre comió. Cada vez son menos, a algunas se las tragó enteras. ¿Hasta cuando podrán aguantar? Tienen una última oportunidad, se han prometido que cuando florezcan los jazmines le sacarán las llaves al desgraciado. Los jazmines ya florecieron. Ellas no quieren ser devoradas.

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