El balcón

El Gran Balcón es un Palacio de ilusiones, un laberinto de espejos. Es el Burdel de madame IRMA, lugar donde los hombres pueden materializar sus fantasías más secretas: verse a sí mismos como un OBISPO magníficamente vestido, creando discursos con términos ampulosamente teológicos, como un JUEZ que castiga a un raptor de jovencitas, como un GENERAL amado por una hermosa mujer que finge ser su caballo favorito, etc.

El Gran Balcón es una suerte de teatro donde la realidad y el poder se representan y multiplican hasta el infinito. Pero Realidad y Representación no sólo constituyen valores inabarcables y relativos; son también imprecisos e insuficientes. Igual que la cinta de Moebius, la vida misma se desliza sin definición ni certezas, enmascarando lo verdadero, revelando la naturaleza de lo falso, uniendo ideas contrarias y rompiendo identidades “sin remordimientos”.

El Burdel, además, se encuentra asediado por una insurrección que pretende destruir las viejas estructuras políticas, sustentos de la máxima jerarquía: La REINA. Una de las “chicas” del prostíbulo, CHANTAL, adhirió a la revolución al enamorarse de ROGELIO, el líder, un plomero que hacía reparaciones en El Gran Balcón, donde se conocieron.

El Aparato del Poder es defendido por el JEFE DE POLICÍA, quien sabe perfectamente que se trata de un sistema de ilusiones, un sistema que posibilita a los seres humanos la realización de sus fantasías. A esta altura ya es difícil distinguir en la trama dramática si lo que vemos es el Poder Político real o su mímesis en el burdel. Sin embargo, el JEFE DE POLICÍA —erigido en HÉROE por IRMA— sufre de una gran insatisfacción: Nadie Nunca ha pedido escenificar allí su investidura. Y él espera ansiosamente que algún día un cliente lo solicite, pero ese día no llega.

El Poder se basa en fantasías también dentro del campo revolucionario. Algunos de los insurgentes quieren convertir a CHANTAL en un modelo, una bandera para la multitud. ROGELIO se opone porque sabe que si eso sucede la pierde como compañera amorosa. Finalmente, ella accede al deseo de los rebeldes.

La Corte y su cabeza, la REINA, son abatidos. Un DELEGADO llega a El Gran Balcón para decir que es posible recuperar el poder si logran que el pueblo crea que los antiguos símbolos del Reino permanecen intactos. Madame IRMA y sus clientes se pliegan a la estrategia. Con toda solemnidad aparece en EL BALCÓN, ante la multitud, la falsa REINA. La acompañan el OBISPO, el GENERAL y el JUEZ, igualmente falsos. CHANTAL se arroja hacia ellos, pero una bala la convierte en mito.

La Revolución ha sido destruida, pero el OBISPO, el GENERAL y el JUEZ, quienes ahora deben desempeñarse en lo real, extrañan hacerlo en el campo de las ilusiones. El JEFE DE POLICÍA, a su vez, sigue esperando que su investidura sea solicitada para cumplir sueños eróticos.

La primera Representación en el Burdel del JEFE DE POLICÍA la pide ROGELIO, ahora cliente. Lo hace para satisfacer sus propias fantasías de poder, pero reservándose el derecho de conducir al “personaje” hasta sus últimos límites, y para eso se castra. EL JEFE DE POLICÍA real ve satisfecha la mayor de sus aspiraciones: convertirse en la fantasía de alguien. Puede morir tranquilo. Su poder ya es eterno. Se encierra entonces en el Salón Funerario, uno de los más importantes del prostíbulo.

Una nueva Revolución comienza: madame IRMA abandona el personaje de REINA y retorna al viejo oficio de regentear su casa de ilusiones, El Gran Balcón. Todo, en apariencia, vuelve a empezar, pero La Gran Confusión nos abisma: ¿No será que Irma, la nueva Reina, ejerce el poder desde un nuevo Palacio de Gobierno, el Prostíbulo?
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