Kinderbuch

Una región distópica. Las mujeres de los funcionarios matan el tiempo en la urbanización surtida de comodidades que se les ha destinado para protegerlas de la beligerancia exterior. Una de ellas, a punto de dar a luz, no encuentra allí otros alicientes más que un polígono de tiro, el tejido a croché, las canciones en el idioma de cierto abolengo o los libros de la infancia. Perforados sus días por las voces de un pasado y las interferencias de vecinas y empleados serviciales, decide entonces pasar de todo aquello y condenarse a la belleza. Pero, ¿cómo eso sin horror? Lee una carta, escribe otra. No hay destinatarios, sólo "un silencio que sigue a otro silencio". Kinderbuch reúne algunos motivos de Hedda Gabler, de Henrik Ibsen: correspondencia también en el sentido de simetría y aproximación. Mestizaje. Todo texto, se tiene por verdad, es otro texto. Portamos un sámpler en el cuerpo: somos acaso lo que nuestros muertos ya escribieron sobre nosotros. D.M.

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