Los trabajos improductivos

"Nací en el campo, en la Pampa. Mi papá me enseñó a trabajar la tierra y los animales. Una vez estábamos parados ahí y mi papá me dijo: Nunca esperes de esta tierra, lo que esta tierra no puede dar. Acá no habrá ni frutillas, ni uvas, ni ananá. Y así fue: ahí nunca vi crecer una frutilla, ni una uva, ni un ananá. Pero las vacas siempre tuvieron pasto tierno y con buenas lluvias el girasol daba cosechas abundantes.

Hace años vivo en Buenos Aires. Me gusta trabajar con las cosas que la ciudad da, sobre todo aquellas que abundan. Buenos Aires es una tierra rica en ladrones, timadores, estafadores, carteristas, asaltantes. Las veces que yo mismo fui asaltado entendí que estaba frente a un tipo de escena y personaje singular. Esa persona, ese ladrón, había elegido cierto vestuario, ciertos elementos de utilería, en definitiva, había pensado en la puesta en escena. Nunca vi un arma, solamente alguien usando un tono de actuación, un modo de ocupar el espacio, cierta manera de sorprender y de confundir.

Las escenas se imprimieron en mi memoria. Las recuerdo un poco como mínimas obras callejeras de las que yo fui el único espectador. El costo de la entrada fue: mi teléfono celular, el contenido de mi billetera, un anillo, un par de zapatillas.

Ahora, para Los trabajos improductivos convocamos a dos ex ladrones. Ambos tienen experiencia en este tipo de trabajos. Ambos cumplieron sus condenas en alguna cárcel y están de nuevo en libertad. En la obra también hay un actor. Todos engañan, seducen, se miden y la luz en los pasadizos los confunde.

Que alguien nos saque de acá. Nos vamos al mar, a un lugar en el que los bares no cierren nunca".

Gerardo Naumann

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