Amores y fragmentos

Como en un calidoscopio, cada pieza de la obra indaga y se pierde en la representación del deseo como categoría biopolítica, tomando como punto de partida la Teoría Queer.

En “Historia en un hotel de una ciudad europea” tres mujeres van relatando, ¿o prediciendo?, ¿o inventando?, la historia de dos personas que se encuentran para tener relaciones sexuales anónimamente y, a su vez, se van excitando a medida que se van imaginando quiénes son estos personajes.

En “Porn”, con un guiño a “Ojos bien cerrados” de Kubrick o a las obras de Harold Pinter, se presenta una pareja de clase media-alta monógama que luego de haber ido a una fiesta comienza a establecer un juego peligroso de histeria donde el tema de la mirada es central: es a través de la mirada que se construyen como sujetxs deseadxs y se excitan con la posibilidad de ser vistos en un acto de infidelidad

En “Tiempo”, presentado como si fuera un diario, se narra la historia de dos homosexuales desde el momento en que se conocen hasta el momento en que se dan el primer beso. Si el amor es un discurso y, por lo tanto, un hecho semiótico, ¿cómo interviene el factor tiempo para producir significados en una historia amorosa?.

En “Cuir”, cuerpos-máquinas, cuerpos al borde de la locura, cuasi como en un ritual, en una danza, hacen dialogar a Paul Preciado y a Virginie Despentes.

En "Chat", dos mujeres se enfrentan al anonimato del otrx, a las expectativas de cada una y a una de las prohibiciones más presentes en nuestra sociedad: el sexo intergeneracional.

Por último, en “Fiesta”, en una reunión con sus ex compañeros de Puán, Clara, profesora en Letras, les cuenta que durante un viaje a Europa su pareja le hace un pedido polémico: le pide casamiento. ¿Es posible casarse habiendo leído a C. Pateman o a G. Rubin? ¿Qué tensiones hay entre la teoría y la práctica? Estos son los disparadores de esta escena en la cual se presentan casi simultáneamente los imaginarios de cada personaje

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