Monos con navaja

¿En qué clase de escenario puede convertirse un pequeño negocio de barrio después de 60 asaltos?
La paranoia nunca es buena consejera. Poner un arma en la mano de cada habitante con la excusa de que de esa forma se podrá defender mejor, es abrir la puerta al desastre. Más aun cuando la sensación de inseguridad es acentuada y explotada. La panadería "La espiga de oro" ha sido asaltada muchas veces en los últimos tiempos. La dueña y sus dos hijos han desarrollado un delirio persecutorio que los lleva a ver en cada cliente un ladrón o un asesino en potencia.

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