El mal que aqueja

“Precisamente tal ansia infatigable y nunca satisfecha es la existencia… un incesante impulso a través de formas… hasta que el punto final… se convierte de nuevo en punto de inicio: esto se repite hasta el infinito: en ninguna parte un fin, ni una satisfacción finita, ni un punto de descanso.”

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación


“¿Qué impresiones ha de dejar en el habitante de la República Argentina el simple impacto de clavar los ojos en el horizonte y ver… no ver nada? Porque cuanto más se hunde los ojos en aquel horizonte incierto, vaporoso, indefinido, más se aleja, más lo fascina, lo confunde y lo sume en la contemplación y la duda. ¿Dónde termina aquel mundo que quiere en vano penetrar? ¡No lo sabe! ¿Qué hay más allá de lo que ve? La soledad, el peligro, la muerte. He aquí ya la poesía.”

Domingo F. Sarmiento, Facundo

Fines del siglo XIX. Un Director de teatro y una Actriz joven salen lejos de la ciudad en viaje hacia algún lugar. En un punto de la pampa se detienen, y es en esa inmensa llanura, en ese espacio vacío en el que el Director tendrá un desvarío: creerá que ese es el mejor lugar para hacer su obra, para hacer allí su gran escenario. Ella, al ver sólo desierto e inmensidad, querrá seguir viaje pero al poco tiempo se verá atrapada nuevamente por los planes alucinados de él. Es ahí cuando aparece un Soldado de la línea de fortines que el Director confunde con un actor. El Soldado dice haber sido atacado por un malón y su compañía disgregada; había quedado años en su puesto a la espera de órdenes que nunca llegaron, y que ahora entiende, las tienen los recién venidos. En su desesperado intento por conseguir aquello que desean, sabrán algo que los cambiará para siempre.

4 Histórico de funciones