Diatriba de la empecinada

En la vereda de una calle ubicada en los márgenes de la zona céntrica de una ciudad imparable, una mujer ofrece su cuerpo a una sociedad deseosa de la santa hipocresía de cada día. Mientras aguarda en su puesto a que algún cliente se acerque, la espera la confronta diariamente con la cínica urbanidad. En tanto, dice lo que piensa. Si nadie escucha, ella habla igual. Su discurso es una herida abierta que no puede cicatrizar con nada.
Ella es mujer golpeada, mujer arrebatada, ultrajada, ser humano en falta, un coagulo de sangre en una alfombra roja.
Quizás su discurso irónico e interrogativo no logre hacer alguna diferencia en la balanza general, pero aunque intentemos, jamás podremos dejar de oírla.

3 Histórico de funciones
2 Notas en los medios