No podía estar sin querer a alguien

Laura nunca es propietaria de una identidad y para ella, como para muchas mujeres en la lógica amorosa, hay una identificación con los seres que representan "el ideal" y que le proporcionan la identidad que busca. Esta mujer no dispone de palabras ni ideas propias, y esa falta es el resorte de su movimiento hacia los seres que se le aparecen: ideales encarnados en hombres, ideales del arte, de la seguridad, de la inteligencia y finalmente de la maternidad. Ella nunca logra esa trascendencia que nos deja esperando, nunca busca crear algo por sí misma y así moderar más certeramente los efectos mortificantes de la soledad.
No podía estar sin querer a alguien pone en evidencia la imposibilidad de responder a la pregunta ¿Quién soy yo?, y el consecuente desamparo original de la existencia humana, que como remedio solo encuentra una posibilidad: vivir la vida de otro, decir las palabras de otro.

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