Tokyo, pieza para un solo atleta

"¡El que quiere, puede!", se repite Rubén con insistencia, y agita los brazos en una carrera frenética. Da vueltas. Su mundo es un círculo: una pista sostenida por delgados y frágiles hilos. Un universo hecho a medida, sobre la arquitectura invisible de su voz. Pero, ¿es su voz? ¿Su mundo? ¿Qué distancia lo separa de otros mundos? ¿Queda lejos Tokyo? ¿Queda lejos el amor?
La conciencia es demasiado parecida a una pantalla, y no es tan fácil mirarla de frente. "¡El que quiere, puede!", se repite Rubén con insistencia, y agita los brazos en una carrera frenética.

1 Histórico de funciones