Hilando fino

Dos amigas, ovillan, entraman, anudan y tejen prendas que nunca llegan a ser definitivamente, es decir, que con la misma facilidad con que las cosas se van tejiendo se destejen sin llegar a transformarse en algo concreto; mientras realizan esta tarea cuentan momentos de su vida, casi al borde de la irrealidad y el sueño; así los pasajes de lo vivido van apareciendo y se van tejiendo en la justa medida en que los hilos se tuercen intentando llegar a un diseño definido; recuerdan, por ejemplo, las despedidas de aquello que alguna vez les causó dolor; por supuesto que sobreviene la pregunta sobre la fragilidad de lo vivido, la inseguridad de lo vivido, es decir la vida como materia indócil.

En un segundo telar, estas amigas, se confrontan con acontecimientos políticos identificables en el campo de lo real, entretejiendo eventos de la contemporaneidad con lo que ellas han vivido, con lo que ellas son con los eventos de la historia que les conforman como comunidad.

El tercer telar se sitúa en el entrecruce del pasado y el porvenir, en la necesidad de recordar como paradoja del olvido, recordando aquella frase de Scott Fitzgerald: avanzar, avanzar al pasado.

Los eventos de la memoria no se desdibujan, se trasforman. Nada se olvida, se inscriben en nuestro cuerpo, en nuestra mitología común, en nuestro ser comunitario, reforzado emocionalmente por los lazos de amistad no solo de dos personajes, sino también de las dos actrices que los interpretan y que comparten una realidad a veces dolorosa y otras extraordinaria.

Ellas tejen en tres telares que son, a la vez, diseños espaciales construidos con lanas, totoras y sogas, que a la vista del público se organizan y se desorganizan mostrando en términos espaciales la poca seguridad que dejan los acontecimientos de la vida.

Arístides Vargas

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