El valor de las cosas

Inspirada en una lista de cosas que tienen un valor relativo al tiempo y a las diferentes situaciones que se plantean. Como el índice de un libro que promete una ampliación de cada uno de sus temas para más adelante, como las prendas que elijo a la hora de hacer mis valijas y que ni siquiera sé si tendrán uso en nuevas tierras.

Así entonces, resulta imposible determinar el valor absoluto de la comunicación, del conocimiento en general, de los sentidos, de la compañía y la soledad -la idea algo absurda de pensar que podemos hacer algo completamente solos-. El valor del tiempo, de la piel, de la música y el silencio, de explorar el cuerpo y de comprometerse con lo propio reconociendo lo que realmente nos expresa y permite compartirnos. También del aire como lo único que no se puede esculpir y con el que jugué hasta convertirlo en el elemento fundamental de esta obra. Etc...

En “El valor de las cosas” todos estos elementos se entrecruzan y así dan lugar a un centenar de otros nuevos con su valor respectivo y subjetivo; sin un nombre que los defina concretamente.