Fábula de la Princesa Turandot

En el año 1200 un tal Lari, poeta persa, cuenta una fábula lejana sobre una princesa y sus caprichos. En 1700 este cuento se sumerge en Las mil y una noches. En 1710 un autor francés, Petit de la Croix, la lleva a Europa. Allí, un aristócrata italiano –el conde Carlo Gozzi–, la transforma en 1762 en la fábula que hoy reescribimos. El cuento sigue su camino: en 1801 el autor romántico alemán Friedrich Schiller la hace tragedia. Y finalmente en 1926, otro italiano, Giacomo Puccini, la vuelve su última –y póstuma– ópera, concluida por otro italiano: Arturo Toscanini.
Así, de un persa a un francés, de un italiano a un alemán y del alemán de vuelta a otro italiano, este cuento chino pasó de boca en boca y de pluma en pluma por más de 700 años.
Hoy el cuento se cruza con un grupo de argentinos que hacen teatro. De humor. Y esperan que esta fábula de princesas chinas, nobles príncipes persas, inescrupulosos sirvientes italianos y raras esclavas intrigantes les cuente algo de su recorrido de siete siglos.
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