El Cardenal

Agazapados en las sombras, imperceptibles, despiadados. El Cardenal y sus siervos evocan las fuerzas de la razón. Preparan la dieta final que extirpe todo arte, metáfora, expresión de la humanidad. Esperan. El deseo nunca satisfecho de poder y admiración desencadena un juego sin sentido que los atraviesa como su irremediable soledad.

"Todos los días renovar el entusiasmo, lograr un pequeño accidente que pueda crear la sensación de novedad, una levedad. De eso se trata, de gestos, simplemente de gestos, no hay trampa"

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