No hay que llorar

El gran dramaturgo Argentino, Roberto Cossa, nos muestra una vez más su capacidad para introducirnos en una historia que parece ser el fiel reflejo de cualquier familia argentina, ¡No hay que llorar!, es una frase recurrente en este hogar, compuesto por una madre, tres hijos y dos nueras. Cada uno diferente de sí, pero muy parecidos a la vez. Todos tienen en común la falta de un bienestar económico que persiguen y hasta hacen notorio.
Es el cumpleaños de la madre y los hijos se reúnen para el gran festejo, que es arruinado por una descompensación de la agasajada, es ahí donde la trama dará su inicio, con la espera del médico que nunca llegara. Los personajes se irán descubriendo poco a poco.
Las miserias humanas como: La codicia, la ambición, se pondrán al descubierto a medida que cada uno de ellos vea la oportunidad de poder alcanzar ese porvenir que persiguen.
Como diría el mismo Roberto Cossa:
".No hay que llorar trata de gente que es víctima de un individualismo exaltado.
De esa pobre gente que vive destrozada por lo que pudo haber sido si hubiese tenido una mejor situación económica, destrozada por una sociedad que la empuja al empobrecimiento. Es entonces cuando aparecen las pequeñas pasiones, las pequeñas miserias. Aparece el hombre llevado a sus necesidades primarias, con grandes fantasías puestas en los logros económicos. Y las soluciones tienen que venir de afuera, mágicamente, como en la lotería"

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