Réquiem profano

Con la participación de Música Quántica, voces de Cámara y orquesta invitada

Desarrollado como pieza musical sinfónico coral, este réquiem profano fue concebido como una obra programática, es decir que un texto, más concretamente una historia, delimita la forma de la pieza, sus números, el carácter del discurso musical y la selección de los timbres que interpretan los diferentes "temas". Así una serie de personajes se ven entrelazados durante el relato sonoro. Para el seguimiento de la misma se imprimirá un díptico que contendrá el "programa" de la obra.

La composición de este réquiem profano, que comenzó en el año 2010 y finalizó en 2014, surgió de la idea de crear una obra en castellano que mostrara un punto de vista más natural de la muerte. Si bien contiene alusiones a la espiritualidad que pueden leerse desde cualquier pensamiento que implique la trascendencia, se centra en el lado humano de la muerte, y la importancia de encontrar paz paz en el ciclo natural de la vida, destacando la importancia del legado a las próximas generaciones.

Contando con la participación de músicos jóvenes en plena formación, así como también de músicos más experimentados que puedan brindar su experiencia, se pretende integrar músicos de distintos institutos, UNA, Inst. Santa Ana, Coro Música Quántica.

Programa: Un niño imagina la muerte de sus padres, y en consecuencia, reflexiona sobre los momentos y experiencias que implica dicho acontecimiento. Su viaje comienza en la funeraria presenciando los ataúdes. La naturaleza (Como un ente representado por el coro) le habla sobre la fragilidad del "Destello", "El río" que fluye inexorable, y "La voz", que viene a buscar a los hijos del mundo. Mientras se dirige al cementerio, descubre la ­fugacidad de los recuerdos, una aparición de su madre se pregunta quien es "El guardián" de esos recuerdos. Ante ese pensamiento, lo invade "El miedo" a la muerte, y la naturaleza le advierte sobre el juicio que se impondrán los hijos del mundo sobre sí mismos. Cuando llega al cementerio, encuentra "El árbol", cuyas ramas que crecen son representadas por las voces del coro y de la orquesta que se suman progresivamente durante un canon, y con él entiende el ciclo de la vida y la transformación. Aparece entonces "El cortejo", que acompaña al niño en su imaginario viaje hacia el último lecho del cuerpo y que además le advierte sobre la inevitabilidad del destino, y sobre el "umbral" que todos han de cruzar. La intriga lo invade, y reflexiona sobre "El misterio", ¿Qué fuerza une a todos los seres en su existencia? Finalmente la tierra "Brama" por los cuerpos y los reclama como suyos. Se invoca al "Peregrino", encargado de segar la vida, quien le da paso al personaje anunciado en la obra como "La voz". La voz, que es la muerte, irrumpe con su propio lenguaje y se lleva finalmente a los padres del niño recordándole el ciclo de la vida. Suena entonces, un coral desde "el otro lado del umbral", y con el coral, la promesa de la paz sempiterna.

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