Los Poseidos entre lilas

En " POSEIDOS ENTRE LILAS" Alejandra Pizarnik sale a escena y su voz se reparte en los cuatro personajes. "La herida central", el descanto, la desesperanza de la existencia en un mundo absurdo se deja al descubierto
A través de su prosa trastoca e invierte todos los rasgos de su obra poética anterior. Las metáforas antiguas desaparecen y se reemplazan por aseveraciones directas, implacables, de un mundo completamente agresivo e incomprensible.
Los personajes de la obra teatral están mutilados, los cuerpos son un reflejo de la fragmentación psíquica del yo. Actúan como marionetas que se burlan del código social y sexual. Pero más allá del nivel descriptivo, el texto es una crítica irónica a la incomunicación, la soledad del individuo. Es una realidad traducida a pesadilla, una disquisición sobre la muerte. Los temas de la infancia, la farsa, las sombras, lo indecible a través de las palabras son recurrentes y su obsesión transgresora la conduce a tocar lo grotesco en su sentido más amplio.
El mundo se convierte en un territorio maléfico. Los campos semánticos se invierten de manera brusca para presentarnos otra realidad. Los personajes Carl y Segismunda utilizan un vocabulario escatológico para burlarse del código social. Ellos se esconden bajo la máscara de la obscenidad y a través de ella, expresan las inevitables incongruencias de la condición humana:
Pizarnik tuvo el don de la palabra y este don se entregó al punto de llamar al lenguaje su refugio. Con él intentó ordenar su desván interior y creó más caos del que ya existía. Buscó en la escritura su forma de salvarse de la locura y, a la vez, de la realidad, y su aliado, el lenguaje, la traicionó, porque no hay espacio mejor para la soledad y el silencio que la poesía.

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