Esperar ver a un hombre

Tres cuerpos comparten el mismo espacio. Necesitan de cada uno para aprender. La palabra es descartada de inmediato. Parecen comunicar solo con sus cuerpos. Se internan en la simple acción de resistir en el tiempo. La experiencia se acumula en sus brazos y piernas. El dolor se hace presente en el aprendizaje. Un mensaje oculto se transmite de un cuerpo a otro. Cada grito es algo logrado para ellos. Cada caída es un nuevo remontar. Nadie sabe cuánto puede un cuerpo y que relato se escribe en la supervivencia de estos. Cuando el riesgo vuelve aparecer en instantes extremos, el tiempo hace resurgir un estado de algo antiguo, que parece olvidado pero que sobrevive en nuestros cuerpos aunque seamos de otra época.

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