Somos lo que fuimos

(pero sólo algunos logran despertar)

Corrían los meses previos al gran estallido, pero en casa de Margarita y Adela nada olía a despertar. Aferradas a un recuerdo de abundancia, de una promesa de felicidad importada, las mujeres de los 90 se repliegan en los muros de su propia insensatez. Sólo la frescura de Pachi, asistente, compañero, hijo adoptivo y fiel servidor, logra agrietar las máscaras para filtrar como un eco a golpes de cacerola, el bosquejo de un sueño por venir.
Titiriteros y marionetas jugando su rutina. El dolor de la desesperanza, el abandono como toque de queda y el precio ineludible de la libertad...

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