Madres e hijos

Terence McNally nos hace conocer ciertas penas que van más allá de las palabras, y sobre el final la madre nos dice con claridad “He vivido sin hacer proyectos y con culpa por haber dejado que los prejuicios sean más importantes que mi hijo. Le exigí que hiciera lo que yo creía correcto y no lo que era verdadero y justo para él. Así fue que solo conseguí que se transformase en un extraño para mí, y la soledad fuera mi única compañera en todo lo vivido. Hoy no me queda nada, solo saber que mi hijo es la luz cuando presiento que no hay olvido ni consuelo; que es mi sostén cuando estoy desalentada; que es mi paz cuando estoy intranquila, y si bien no comprendía sus senderos, hoy sé que es mi camino.”


El autor nos brinda bellísimos momentos y el espectador llega a entender, al mismo tiempo, el resentimiento y los afectos que están en juego entre los personajes.
Una madre interpretada por la actriz Selva Alemán, acompañada por Sergio Surraco y Nicolás Francella, dirigidos por Luciano Suardi.

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